Otra de las funciones del sueño se relaciona con el desarrollo de estrategias de interacción con los demás. En la convivencia diaria debemos decodificar, no sólo el lenguaje verbal, también el no verbal: movimiento corporal, expresión facial, manos y ojos, éstos funcionan de manera constante y repetida de modo que, en cierta manera, podemos leer la mente de los demás. Si yo me acerco a una mujer desconocida y me sonríe está mostrando datos de permisividad, por lo que me podré seguir acercando, por ejemplo, para invitarla a bailar. Si por el contrario, su cara se endurece, su boca se aprieta y mira hacia otro lado, deberé detener mi avance, o de lo contrario estaré en riesgo de sufrir una respuesta hostil.

La información que acabamos de describir es procesada en la porción más anterior del cerebro, en el lóbulo frontal. Cuando dormimos, dicha zona se enciende, hecho que ha sido interpretado, nuevamente, desde el contexto de una realidad virtual en la cual, al soñar estamos recreando situaciones y desarrollando estrategias o programas para resolver esas interacciones. En el lóbulo frontal, a fin de cuentas, estaríamos creando programas de acción ante determinadas respuestas no verbales de los demás. En este sentido, mientras dormimos, estamos en un simulador de realidad virtual que nos entrena para desarrollar estrategias adecuadas de relación social.