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JULIO DE 2008
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RAFAEL J. SALÍN PASCUAL
SOÑAR...¿TIENE ALGUNA FUNCIÓN?
Dormir y soñar
Dormir es una actividad cíclica que en los humanos acontece en el periodo de oscuridad, ocupando, en promedio, la tercera parte de nuestra existencia, y en búsqueda de comprensión sobre lo que sucede cuando dormimos, en el siglo XX se descubrieron varios eventos centrales.

Primero, el simple acto de dormir es un proceso heterogéneo, situación que se detectó con el uso del electroencefalógrafo, que mide las variaciones en la actividad eléctrica del cerebro a lo largo del sueño, el cual se compone de cinco etapas bien definidas por la suma de la actividad neuronal registrada en el electroencefalograma (EEG), por el tono muscular y los movimientos oculares rápidos (SMOR, o sueño de movimientos oculares rápidos).

El SMOR fue descubierto en 1952 por los doctores Eugene Aserinsky y Nataniel Kleitman y, en un estudio con adultos, el doctor William C. Dement1 describió que, cuando se despierta a las personas durante el SMOR son capaces de narrar muy claramente sus sueños, afirmación que al ser mal interpretada, produjo la idea equivocada de que sólo se soñaba durante esta etapa. Sin embargo, ahora sabemos que fuera del SMOR, persiste el sueño o monólogo interno, sólo que éste circula como si fuera un pensamiento obsesivo y con temas relacionados a lo sucedido en días previos: “la calle de mi casa no tiene luz... la calle de mi casa no tiene luz... la calle de mi casa no tiene luz...”.

En esta fase de ondas lentas es cuando se produce la hormona del crecimiento, bajan los niveles de adenosina2 y se restauran los niveles de energía del cerebro. Debido a que en la corteza cerebral existen tanto áreas activas como inactivas; es decir, columnas o tubos,3 en esta fase de actividad mental en el sueño el tema central es cotidiano, y ocurre de manera circular y obsesiva, por lo que se ha comparado con la hipnosis.

Pero los sueños que desafían nuestra lógica, ocurren durante el SMOR: nos vemos en una caída libre, y luego caminar por la calle sin un solo rasguño; platicamos con personas que ya fallecieron; tenemos la visión de nosotros mismos (autoscopía); ganamos el premio mayor de la lotería con un número que tratamos de memorizar, pero que nunca recordamos al abrir los ojos, etc. Por esas características ilógicas, con poco juicio de realidad, se ha propuesto que en el SMOR tenemos el equivalente a un episodio psicótico;4 lo interesante es que, al despertar, recobremos la cordura.

Los estudios con resonancia magnética cerebral (de la variedad funcional), con los cuales se miden los flujos de sangre que cambian en función de las zonas del cerebro con mayor actividad, han demostrado que durante el SMOR las áreas que reciben información visual y auditiva, así como la corteza de asociación situada entre los lóbulos parietal, occipital y temporal (parieto, temporo, occipital) están muy activas, mientras que la parte órbito-frontal –estructura que nos da el juicio de realidad–, tiene poca actividad.


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