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NOVIEMBRE 2010-ENERO 2011
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ana claudia nepote,
arnulfo blanco y roberto lindig-cisneros
Restauración del bosque de oyameles
En condiciones naturales, cuando se forma un claro en el bosque, la recuperación de los árboles adultos de oyamel –que en su mayoría conforman el hábitat de hibernación para la mariposa monarca–, es decir, que lleguen a la edad adulta, puede tomar más de 300 años.7 Esto ocurre porque un sitio devastado por la tala presenta condiciones muy diferentes de las que hay en el bosque. Para empezar, la radiación solar incide de manera directa en el suelo y aumenta su temperatura, reduciendo así su humedad. Por otro lado, la tala inmoderada crea claros en el bosque mucho más grandes de los que ocurren de manera natural cuando muere un árbol o unos pocos árboles caen. Estas condiciones son en algunos casos tan diferentes a las que se dan bajo condiciones naturales que los pequeños árboles no pueden sobrevivir por lo que primero se requiere que se establezcan ciertas especies de
árboles o arbustos pioneros capaces de colonizar aun en condiciones ambientales severas. Estas especies provocan cambios en el suelo, que crean condiciones más favorables, al reducir las temperaturas durante el día y la pérdida de humedad por la insolación, los oyameles pueden crecer. Además, si las nodrizas son leguminosas, como el tamasúchil pueden mejorar la fertilidad del suelo, al aportar nitrógeno y reducir la erosión que podría exponer las raíces de los árboles con el paso del tiempo. Entonces, de manera natural, árboles que resultan ser nuevos residentes como el oyamel, pueden poblar y crecer bajo el dosel de las especies pioneras.

Como parte de un proyecto financiado por el Fondo Semarnat-Conacyt, en 2004, se inició un estudio cuyo objetivo fue determinar si una leguminosa arbustiva, utilizada como nodriza, podía incrementar la supervivencia en las plantaciones de los árboles nativos de los bosques de coníferas, en especial del oyamel. El arbusto en cuestión es conocido como tamasúchil, su nombre científico es Lupinus elegans, y se ha comprobado que crece en sitios perturbados, incluso, en aquellos severamente degradados.

La mayoría de las plantas leguminosas tiene la virtud de fijar nitrógeno atmosférico al suelo por medio de una relación simbiótica que mantiene con ciertos microorganismos que viven en sus raíces. El tamasúchil, además, es una especie que crece rápidamente, pudiendo alcanzar hasta tres metros de altura en menos de dos años, si las condiciones le son favorables, y un beneficio adicional es que produce en abundancia semillas fáciles de colectar, las cuales germinan rápidamente, en especial si se rompe su cubierta conocida como testa.

En bosques de Michoacán, se realizaron ensayos con oyameles y tres especies de pinos, que tuvieron una duración de siete años, con el objetivo de determinar el efecto del tamasúchil en su supervivencia y crecimiento. Conviene aclarar que, entre los pinos, sólo los oyameles requieren protección, pues el resto de ellos son especies pioneras, capaces de sobrevivir en situaciones difíciles. Ahora bien, como se dijo antes, tenemos claro que la restauración depende, en gran medida, de que los arbustos pioneros se encuentren de antemano en el sitio por restaurar, pero se descubrió que el tamasúchil, por su rápido crecimiento, ofrece la posibilidad de ser sembrado al momento de realizar la plantación; es decir, el árbol que se busca reimplantar y su planta nodriza se pueden establecer de manera simultánea –ahorrando mucho tiempo y recursos–, lo que no es posible en diferentes ambientes y con otras especies de nodrizas.

El resultado fue que las plantas de tamasúchil se desarrollaron rápidamente y crearon una cobertura tal, que a sólo un año de sembradas ya protegían los pequeños oyameles que se encontraban debajo. Una de las consecuencias más notables fue la reducción de la temperatura del suelo bajo las plantas de tamasúchil, comparada con la temperatura del suelo que carece de su resguardo. La diferencia de temperaturas fue particularmente notoria durante los meses más calurosos y secos del año, durante los cuales, el termómetro puede marcar hasta 36 ºC, pero, bajo la sombra de la leguminosa, las temperaturas se mantuvieron en 22 grados Celsius, favoreciendo así la sobrevivencia de los oyameles.

Al finalizar el primer año, la supervivencia de los oyameles protegidos por los arbustos de tamasúchil fue de sólo 29%, lo cual refleja las difíciles condiciones que el sitio presenta para el desarrollo de los oyameles, pero la supervivencia de éstos sin la presencia del tamasúchil fue de 14%; ¡menos de la mitad que los logrados con una nodriza al lado! Al final del quinto año, 74% de las plantas bajo el tamasúchil sobrevivieron, y muy pocas lo lograron sin la protección de la planta nodriza.8

En cuanto al desarrollo de los oyameles jóvenes, sus diferencias físicas entre ellos fueron pequeñas; aquellos que crecieron bajo la copa del tamasúchil alcanzaron un metro de altura en menos de cuatro años y los que se desarrollaron fuera de esta protección crecieron 90 centímetros, lo que indica que, al menos, para los primeros años de vida de los oyameles de la plantación, las nodrizas son importantes para la supervivencia; aunque no tanto para su crecimiento.
Árbol
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