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ISAAC TORRES CRUZ
CIENCIA CONTRA EL DENGUE
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El mundo atraviesa un inevitable aumento en las temperaturas, debido al calentamiento global, y científicos han alertado sobre sus consecuencias; algunas como el incremento de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue y el paludismo, que ya son un problema de salud pública en México.

Los huracanes que han azotado nuestras costas, y aumentarán debido al calentamiento global, han dejado comunidades enteras bajo el agua, ambiente propicio para el mosquito común (Aedes aegypti) y las enfermedades que transmite. Este año, hasta las primeras semanas de septiembre, la Secretaría de Salud contabilizó cerca de 16 mil casos de dengue (y se espera aumenten por las inundaciones), de los cuales una cuarta parte presentaba la variante con fiebre hemorrágica, complicación causante de muerte, y de la que se habían reportado 25 decesos.1

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad afecta a más de un centenar de países en el mundo, con alrededor de 100 millones de casos de dengue clásico y medio millón del hemorrágico por año, de los que se contabilizan cerca de 12 mil defunciones anuales.

El Aedes aegypti es el transmisor de alguno de los cuatro serotipos de virus conocidos del dengue; es el transportador (vector) de alguno de estos microorganismos que no le afecta, pero sí al humano, a quien los transmite a través de un piquete.

De acuerdo con Rosa María del Ángel Núñez, especialista del Departamento de Infectómica y Patogénesis Molecular del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), el aumento de la enfermedad continuará en las zonas más pobladas del mundo, algunas también coinciden con presentar altos grados de pobreza. Las áreas tropicales y subtropicales en Asia, América y África son las principalmente afectadas, sobre todo en aquellas en las que la falta de agua corriente propicia una higiene inadecuada y existen las condiciones para el desarrollo del mosquito. “A esto se suma el cambio climático; ejemplo: regiones con climas fríos se vuelven templadas y hay mayor número de precipitaciones que permiten periodos más largos de incubación del vector”, refiere la especialista, una de las pioneras en el estudio del dengue en México.

La movilidad humana (migración) es otro factor de propagación, puesto que un mosquito limpio podría contraer el virus de una persona que lo adquirió en otra zona geográfica e infectar a otras, además de generar descendencia con el microorganismo. Por si no fuera suficiente, el insecto transmisor se está adaptando a altitudes mayores.

La especialista apunta que en la actualidad no hay vacuna ni tratamiento específico para combatir la enfermedad, sólo es posible proporcionar las mejores medidas de cuidado a los pacientes. Detalla que la recomendación esencial contra la enfermedad es la prevención de la picadura del Aedes aegypti (aunque en el país, además, se ha reportado un vector secundario: Aedes albopictus).

Sin embargo, expone, el dengue también se ataca mediante la investigación desde hace varios años: obtener vacunas; mejorar insecticidas y larvicidas; manipular los insectos genéticamente para reemplazar sus poblaciones por otras que sean infectadas con menor eficiencia por el virus; así como la generación de marcadores que detecten a tiempo la enfermedad, son soluciones que ofrece la ciencia, varias de ellas desarrolladas por investigadores mexicanos.


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