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JULIO DE 2010
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BIANCA SANTINI
Y ADRIANA ELISA ESPINOSA
Estrategia de reproducción
Mammillaria hernandezii comienza su ciclo cuando, en cada otoño, produce una o más flores que, posteriormente, son polinizadas para dar lugar a frutos en cuyo interior se albergan las semillas que con el tiempo germinarán. Las plántulas (plantas pequeñas, recién nacidas) originadas se convertirán más tarde en plantas de mayor talla que, al alcanzar su madurez, iniciarán el ciclo de nuevo, repitiéndolo una y otra vez durante muchos años.

Esta planta produce frutos similares a chilitos dulces, los cuales, cuando están expuestos, son cortados por hormigas, quienes esparcen las semillas hacia los lados, mientras devoran el jugoso interior del fruto, permitiendo así que el cacto crezca en lugares alejados de la población original. Pero la parte más interesante es que la planta guarda en su interior algunas de las semillas que produce, característica que se ha encontrado en otros cactos (como Lophophora williamsii, comúnmente llamado peyote) y plantas que habitan en el desierto.

Se suele pensar que las plantas simplemente dispersan sus semillas una vez que estén listas para reproducirse, sin preocuparse más por su destino, pero, Mammillaria hernandezii o biznaguita –como generalmente la llaman– retiene parte de sus semillas para cuidarlas y poder dispersarlas en los momentos lluviosos o favorables del año; podríamos decir que esta planta es como una mamá para sus semillas.

En todos los años, sean secos o lluviosos, esta biznaguita dispersa poco a poco sus semillas, algunas de las cuales podrán germinar si llegan a ser liberadas en años favorables, las que no, morirán. En otras palabras: como no dispersa todas sus semillas, puede apostar a atinarle al año lluvioso, habrá veces que acierte y las semillas germinen, y otras en que no; los especialistas llaman a esto la estrategia del mejor apostador, la cual permite a organismos que viven en ambientes variables e impredecibles –como los semiáridos y desérticos– reproducirse y aumentar la probabilidad de sobrevivir al ir arriesgando solamente algunas de sus semillas ya listas para germinar, en lugar de arrojarlas todas, como lo hacen la mayoría de las plantas.

Las semillas no liberadas pasan a formar parte de un almacén localizado en el interior de la planta madre –específicamente en su tallo, conocido como banco de semillas– el cual permitirá que la planta no deba esperar el próximo ciclo reproductivo (en el que produce nuevas flores), sino que puede ir soltando un número determinado de semillas, y así hacer frente a la impredecibilidad del ambiente en el que vive.

Pero no es la única planta con una estrategia diferente de reproducción; el pasto común, que crece en cualquier jardín, tiene también un banco de semillas. Su estrategia para sobrevivir –y reproducirse– es ir enterrándolas poco a poco y si, de repente –ya sea por que el ambiente se vuelva adverso u ocurra algún factor externo–, el pasto muere, entonces las semillas enterradas pueden germinar si las condiciones son favorables; así el pasto puede volver a crecer. Por eso sucede a veces que, en un lugar donde solamente vemos tierra, hay una cierta época del año en la cual se cubre de pasto, sin que aparentemente alguien lo haya sembrado.
Imagen: Carlos Martorell




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