El grafito es negro y suele utilizarse como lubricante, razón por la cual, al escribir con un lápiz, éste se desliza sobre la superficie y deja su marca, mientras que el diamante es translúcido y sumamente duro, de hecho, es la sustancia natural más dura que existe, con un valor de 10 en la
escala de Mohs; cualidad que ha sido reconocida desde la antigüedad, incluso su nombre en griego (‘adamantos’) significa
indomable, vocablo que hace referencia a su dureza. Sin embargo, esto no significa que el diamante sea indestructible pues, físicamente un diamante puede rayar a otro, razón por la cual los joyeros los tratan con mucho cuidado y evitan ponerlos juntos sin protección.
Pero, ¿por qué puede llegar a ser tan anhelado? Su dureza es sólo una de sus propiedades físicas, ¿qué hay de las demás?
Resulta que, debido a sus enlaces sencillos, a través de los cuales se unen los átomos de carbono, el diamante es un mal conductor de la electricidad, esto ocurre porque los electrones no se encuentran disponibles para ser transportados a través de una banda de conducción eléctrica como en el grafito, lo que algunos calificarían de desventaja; no obstante, el diamante es cinco veces mejor conductor del calor que el cobre, pero a diferencia de éste la transferencia no ocurre a través de los electrones, sino que se debe a las vibraciones en su arreglo atómico que permiten una eficiente disipación del calor. Esta capacidad térmica inusual en las piedras preciosas es muy importante y, por tanto, utilizada para detectar diamantes falsos, porque, en el universo de las joyas, sólo los diamantes verdaderos pueden ser excelentes conductores térmicos.
Es importante señalar que para detectar los diamantes falsos también es posible utilizar sus propiedades químicas. El diamante, al estar constituido sólo de átomos de carbono, tiene afinidad con las grasas y repele el agua, por ello cuando una gota de agua se deja caer sobre un diamante verdadero, la gota queda suspendida en la superficie sin mojarlo. Antiguamente esta fobia al agua fue utilizada en las minas de extracción de diamantes como un método para separarlo de otros minerales, mediante el procedimiento de colocar una mesa inclinada cubierta de grasa y sobre ella se vertía la mezcla de minerales en agua, así los diamantes quedaban adheridos a la grasa, mientras que el resto se desplazaba en el agua.