El planeta Tierra es relativamente pequeño en comparación con la Vía Láctea, nuestra galaxia, y el afán de exploración ha llevado al hombre a investigar la posibilidad de encontrar vida fuera del planeta.
Por sus similitudes y cercanía con la Tierra, Marte ha sido por mucho tiempo eje central en la realización de investigaciones que han arrojado evidencias considerables de que el planeta rojo gozó alguna vez de un ambiente propicio para la vida.
Con la exploración de las naves Vikingo 1 y Vikingo 2, enviadas por la NASA en 1975, se descartó la posibilidad de vida en el planeta rojo. En aquellas expediciones se estableció que el suelo marciano carecía de la existencia de compuestos orgánicos, por lo tanto era estéril y árido, con lo que se concluyó la imposibilidad de vida en el planeta rojo.
El doctor Rafael Navarro González, investigador del
Instituto de Ciencias Nucleares-UNAM y fundador del laboratorio de Química de Plasmas y Estudios Planetarios –único en su género en Latinoamérica–, forma parte de un importante proyecto de la
NASA que pretende volver a Marte y reconsiderar la posibilidad de encontrar vida.
“Cuando a mediados de los ochenta se descubre en la Tierra la existencia de meteoritos provenientes de Marte se impulsa de nuevo el interés por volver”, comenta el doctor Navarro.
Recientemente se han encontrado evidencias considerables de la existencia de material orgánico en Marte: “Durante los últimos años se ha encontrado en la atmósfera marciana gas metano, el cual en la Tierra es producido por bacterias, también hay fuentes abióticas, como por ejemplo el vulcanismo submarino; no sabemos cuál podría ser la fuente abiótica que lo genere, sin embargo, existe la posibilidad de que se pudiera deber a actividad microbiana, para comprobarlo tenemos que regresar nuevamente a Marte y estudiar si ese metano es de origen biológico”, explica el doctor.
Con sus investigaciones llevadas a cabo en el desierto de Atacama y en el Río Tinto, España, se descubrieron algunas limitantes de las naves Vikingo para la detección de vida en Marte, por lo que resulta necesaria la implementación de técnicas adicionales. “Entre ellas la extracción de material orgánico de la matriz del suelo marciano para que ésta pueda ser analizada sin sufrir el efecto oxidativo de los minerales del suelo marciano, situación que no fue antes considerada”, comenta el doctor Navarro.
El investigador de Ciencias Nucleares de la UNAM, actualmente se encuentra trabajando en la
Mars Science Laboratory, una misión espacial de exploración dirigida por la NASA. Se centra en colocar sobre la superficie marciana un vehículo explorador tipo rover. Esta expedición será lanzada para el 2011 y ha recibido el nombre de Curiosity.
El rover está compuesto por un cromatógrafo de gases diseñado y armado en Francia; tiene la función de separar mezclas de gases en componentes individuales, además de un espectrómetro de masas diseñado por la NASA, el cual se encarga de fragmentar los compuestos obtenidos en moléculas pequeñas para poder ser analizadas con un detector.
“Será el primer robot en la superficie marciana que no va a utilizar paneles solares, sino que tomará energía de una fuente nuclear. No necesitará de luz solar, esta es una ventaja ya que podrá descender en cualquier punto del planeta, inclusive puede estar cerca de los polos, donde la incidencia de luz es muy escasa”, explica el doctor.
El investigador en ciencias nucleares comenta: “Es un equipo muy completo que va a permitir analizar entre 40 y 100 muestras de suelo y polvo rocoso marciano a lo largo de dos años terrestres, o un año marciano, que es lo que va a estar operando”.