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Marzo-Abril 2012
Hélix
Museos: interacción para comprender las ciencias

PATRICIA AGUILERA JIMÉNEZ

Museos: interacción para comprender las ciencias

Museos: interacción para comprender las ciencias

De los mediadores, se espera que logren una interacción de calidad con los visitantes para hacerlos comprender el fenómeno, sin que ésta sea una simple forma de intercambiar mensajes.

Desde la aparición de uno de los más emblemáticos e innovadores espacios para exhibiciones científicas –el Palais de la Découverte (Palacio del Descubrimiento)– en París, cuyo tema central giraba alrededor de la tecnología y las ciencias experimentales, ha surgido la idea de mostrar al público, con la ayuda de expertos llamados mediadores, la ciencia a través de experimentos y demostraciones científicas. Sin un texto preescrito u otro elemento más que la interacción entre el grupo que observa y el mediador, se propiciaba la espontaneidad en los participantes para preguntar y saber más acerca del fenómeno demostrado. El objetivo: compartir con un público no especializado que los museos podrían ofrecer otras formas de interacción más allá de la simple contemplación de objetos.

Uno de mis grandes amigos, Juan Nepote, me platicó que, en el museo en el que trabajaba como coordinador de la Sala de Ciencias, solían revisar el funcionamiento de cada una de las exhibiciones para ver que todo estuviera en orden. Al mismo tiempo que hacían esta rutina, aprovechaban para observar la manera en que los visitantes, en su mayoría niños y niñas de entre 10 y 12 años, interactuaban en el espacio. Mientras ocurría lo anterior, se detuvieron frente a una exhibición (El contador de nacimientos) que mostraba el número de individuos que nacían cada segundo en el mundo. Ese día, por enésima vez, al mirarlo, surgía la interrogante de costumbre: ¿la exhibición era lo suficientemente importante para permanecer en la sala? Lo anterior se desprendía de una letanía de quejas, entre las que sobresalían: el espacio que ocupaba aquel armatoste y la “poca información” que se creía otorgaba a quienes se detenían a mirarlo. En tanto que tomaban la decisión de retirar definitivamente aquel equipo, sucedió algo inesperado: un chico se acercó y, después de unos minutos de una atención escrupulosa y casi sorpresiva, de manera muy directa preguntó de qué se trataba aquello. Mi amigo se acercó al chico y comenzó a dar una explicación, el muchacho sólo se concretó en asentir con la cabeza, emitió un simple ¡ah! y se fue; definitivamente parecía que el fin del “contador de nacimientos” llegaba. Al poco tiempo aquel chico interesado regresó al equipo acompañado de otro chico, pero en esa ocasión él mismo fue quien daba una explicación de la relevancia del contador. La respuesta del segundo espectador ante lo que escuchaba terminó en un ¡órale! Lo más interesante vino después: se acercaron otros dos chicos y luego otros más, al final había alrededor de aquella exhibición un grupo de ocho visitantes. Unas y otros opinaban y mostraban una emoción que se traducía en palabras y gestos de asombro. ¡Por supuesto! que el más gratamente sorprendido fue mi amigo, quien, después de haber visto lo anterior, decidió no sacar aquella exhibición. Después, las preguntas comenzaron a surgir: ¿qué pasó con ese grupo de chicos?; ¿por qué la interacción entre ellos los hacía participar, tocar, mirar y opinar alrededor de la exhibición?; ¿ésta “comunicaba” algo más que cifras en el tiempo?; ¿las expresiones de algarabía indicaban “algo” de cómo los visitantes viven la experiencia?; ¿quién propició las interacciones: mi amigo, el primer chico, el segundo, todos juntos?; ¿qué detonó la curiosidad del primer chico?; ¿qué habrá sucedido en aquellos chicos después de la visita? En fin.

Lo verdaderamente interesante es que en este museo, como posiblemente en muchos otros, se mostraron evidencias de lo que los expertos en el aprendizaje de las ciencias han acotado acerca de lo que las interacciones de tipo social propician en estos espacios. Principalmente, las llamadas experiencias colaborativas y grupales,1 en las que visitantes con la ayuda de sus pares o con los guías de los museos, establecen procesos de participación en los que se entrelazan factores sociales, culturales y cognoscitivos, entendidos como elementos que forman parte del desarrollo sociocultural de un sujeto.2

Compartimos con ustedes el texto completo de Museos: interacción para comprender las ciencias, en formato pdf, haga clic aqui.
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Patricia Aguilera Jiménez es bióloga por la FES Iztacala-UNAM y Maestra en Comunicación de la Ciencia y la Cultura por el ITESO. Ha colaborado en los museos como Universum y La Luz; Trompo Mágico de Jalisco; Laberinto de las Ciencias y las Artes de S. L. P., entre otros. En la actualidad estudia el Doctorado en Filosofía de la Ciencia con especialidad en Comunicación de la Ciencia en el Instituto de Investigaciones Filosóficas-UNAM.

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