¿Qué impulsa a algunos seres humanos a dañar a sus propios familiares o a otros individuos? ¿Qué ocasiona conductas tan violentas que van desde el hurto hasta el asesinato? Son interrogantes que han intentado encontrar respuesta mediante el estudio de diversos procesos psicológicos en el ser humano.
La neuropsicología de la violencia es una disciplina que estudia la relación existente entre el cerebro y la conducta, y la doctora Feggy Ostrosky, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la
Facultad de Psicología-UNAM, platica sobre el tema que inicia definiendo: “La neuropsicología de la violencia estudia cuáles son las estructuras cerebrales que participan en la generación de estos individuos violentos”.
La agresividad y la violencia interpersonales son resultado de complejas interacciones de factores genético-biológicos, psicológicos, sociales y del entorno. Para Feggy Ostrosky es muy importante distinguir la violencia de la agresión, “la violencia es una agresión hipertrofiada,
1 la agresión es una conducta inherente a la especie humana; es necesaria para poder sobrevivir y, biológicamente, estamos preparados para responder cuando nos atacan. La violencia es una agresión con intención de dañar a alguien física o psicológicamente, pues la intención es determinante.”
Las investigaciones llevadas a cabo por la psicóloga y su equipo han descubierto que la violencia está determinada por las emociones, las cuales son reacciones ante situaciones positivas o negativas.
“Los seres humanos tenemos emociones básicas que compartimos todos como especie, como la alegría, el enojo o la felicidad; por otro lado, están las emociones sociales, como el orgullo, la culpa, la envidia, la empatía; dentro de éstas surgen las emociones morales que emergen cuando se tiene interacción con el otro; por ejemplo, tu reacción cuando alguien está dañando a un niño, y no tiene que ver con tu bienestar propio, sino con el bienestar del otro y está programada por áreas específicas en el cerebro”.
Con el objetivo de conocer más a fondo las emociones morales, la doctora Ostrosky, junto con su equipo de investigadores, se ha encargado de diseñar una batería de estímulos visuales a base de fotografías con imágenes agradables, neutrales y estímulos muy desagradables, de manera que las personas calificaran con un rango de 1 a 9 de desagradable a muy desagradable y a través de un polígrafo que mide la actividad electroencefalográfica, mediante la cual se registran las respuestas y se detecta qué tan auténticas son, lo que recibe el nombre de potenciales relacionados con eventos.
Este tipo de muestras sirve para catalogar la peligrosidad de algunos criminales y es muy importante para detectar la actividad cerebral que ocurre entre un estímulo y una respuesta.