Ahora dirijamos la mirada a los inicios de la década de 1980, cuando un grupo de científicos estadounidenses, liderados por la astrónoma Vera Cooper Rubin, observó una anomalía en el movimiento de las estrellas alrededor de ciertas galaxias. Este fenómeno extraño mostraba que las estrellas en torno de las galaxias giraban demasiado rápido, de tal forma que la materia visible en la galaxia no tenía suficiente fuerza gravitacional como para compensar la fuerza centrífuga (aquella que saca las gotas de agua adheridas a la ropa cuando ésta se introduce en la secadora), lo cual llevó a los investigadores a postular la existencia de algo presente alrededor de la galaxia, a lo cual llamaron materia oscura, algo capaz de aumentar la fuerza gravitacional y también de compensar la fuerza centrífuga de las estrellas.

En un principio se pensó que esta materia oscura no era más que algún tipo de polvo, o tal vez astros que no emitían luz, hipótesis que, a lo largo de varios años se han ido descartando una por una, dejando uno de los misterios más grandes de la cosmología: ¿de qué está hecho el Universo?

Como resultado de estas observaciones, hoy tenemos que 23% de la materia del Universo es materia oscura y 73% algo conocido como energía oscura, la cual los astrónomos han considerado como aquella responsable de que el Universo se esté expandiendo aceleradamente, en contra de la fuerza de gravedad. Finalmente, nos quedamos con una cantidad pequeña de 4%, correspondiente a la materia conocida. Y la gran sorpresa resulta ser que no sabemos de qué está hecho 96% de la materia del Universo. Así, la cosmología nada tiene que envidiar a la ciencia ficción, ya que el Universo parece más misterioso que nunca, y las evidencias indican la existencia de un enigmático ingrediente: la energía oscura.

No confundamos la energía oscura con la materia oscura, pues, aunque ambas forman la mayor parte de la masa del Universo, esta última es una forma de materia, mientras que la energía oscura es un campo que llena todo el espacio y resulta mucho más misteriosa, debido a que parece estar asociada al propio espacio vacío.

Es difícil comprender que el espacio, completamente desprovisto de cualquier materia, pueda contener la energía dominante en el Universo; en realidad no sabemos por qué las cosas podrían ser así. Ciertamente, la mecánica cuántica combinada con la relatividad sugiere que el vacío no está tan vacío, sino que está repleto de partículas virtuales que se crean y destruyen instantáneamente. El problema viene cuando intentamos calcular la energía que estos procesos confieren al vacío y llegamos a valores que resultan absurdos. Así que estamos ante el mayor misterio de la física de partículas y la cosmología contemporáneas.