Las principales fuentes de emisión de carbonilos en ambientes interiores son los materiales de construcción (madera), el amueblado, las alfombras, la combustión en estufas, calentadores de baño y sobre todo, el humo del tabaco. La emisión de estos carbonilos por las fuentes mencionadas afecta adversamente la calidad del aire interior y el confort de los ocupantes. En ambientes exteriores, su emisión es producida por los escapes de los vehículos de combustión interna, y constituyen las principales fuentes de carbonilos en el aire.1
Los carbonilos forman un grupo de compuestos orgánicos que se encuentran en la atmósfera. El formaldehído se presenta en forma gaseosa a temperatura ambiente, mientras que la acetona, acetaldehído, propionaldehído y acroleína, entre otros, se encuentran en forma líquida, con baja presión de vapor. Se ha comprobado que el formaldehído es el más abundante en atmósferas contaminadas y sus efectos en la salud se manifiestan en la irritación de ojos y del tracto respiratorio, además de dolor de cabeza; este tóxico, junto con el acetaldehído y la acroleína son considerados como probables carcinógenos2, 3
El formaldehído es el compuesto que más preocupación ha causado a los investigadores, debido a que es el carbonilo más abundante en las atmósferas y la Agencia Internacional de Investigación en Cáncer lo clasificó como cancerígeno.3 Niveles bajos de formaldehído pueden causar irritación de ojos, nariz, garganta y en la piel; es posible que individuos con asma puedan ser más sensibles a los efectos de inhalación de formaldehído; sin embargo, no se han establecido concentraciones límites permisibles en el aire. En ambientes ocupacionales donde se producen estos compuestos (industrias y laboratorios comerciales) y, dependiendo de su composición y su concentración en el ambiente, será el daño que causen. Se ha reglamentado la presencia de algunos carbonilos, debido a que las concentraciones son muy altas comparadas con aquellas de ambientes exteriores y son, en general, producto de procesos industriales.2
La acroleína merece una mención especial por su toxicidad, es un severo agente irritante pulmonar y lacrimógeno, pues concentraciones de dos partes por millón (2 gramos en una tonelada) en aire, resultan nocivas, aunque no ha sido demostrado su efecto cancerígeno.2 Los carbonilos, al ser foto-oxidados, durante el día producen los radicales libres OH, HO2, RO y RO2, consecuentemente constituyen la mayor parte del smog fotoquímico.
Se ha encontrado que la vida fotoquímica promedio de estos compuestos es de horas, por lo que pueden ser transportados a cualquier zona. En un estudio realizado por Báez y colaboradores, en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, se calculó que la vida promedio del formaldehído fue de 4 a 15 horas, mientras que para el acetaldehído el rango se encuentra entre 27 y 204 horas, tiempo suficiente para que estos aldehídos puedan causar malestar a los pobladores de la Ciudad de México,5 como se ha mencionado.
Entrevistas personales realizadas a habitantes de la Ciudad de México durante las horas de mayor tránsito y más alta actividad solar, indicaron que estas personas padecían irritación de ojos, nariz, garganta y dolor de cabeza, malestares cuya intensidad dependía de la zona en la que se encontraran, como en avenidas con intenso tráfico vehicular, principalmente estrechas, o en zonas cercanas a industrias que emiten sustancias orgánicas.
El problema de la contaminación atmosférica, particularmente de carbonilos, no es solamente importante
en atmósferas exteriores, sino aun en ambientes interiores, en los cuales ha tenido un impacto mayor, ya que, por un lado, la gente pasa más tiempo en ellos y, por otro, resulta que ahí las concentraciones de carbonilos y otros compuestos son más altas.6
