Los ácidos grasos trans de la leche son producidos durante la hidrogenación (adición de hidrógeno) de ácidos grasos insaturados en el rumen, los cuales son incorporados en la grasa de la leche de las vacas lactantes. Estas grasas trans son una mezcla de diferentes isómeros (compuestos con el mismo número de átomos, pero con estructuras moleculares distintas); de aquí se desprende otra línea de investigación: el papel de estos isómeros en la depresión de grasa total en leche, como resultado de ciertas dietas para vacas lecheras. En consecuencia, los quesos, mantequillas, leche y carne de vacunos contienen entre 2 y 8% de ácidos grasos trans de su peso total.

Algunos países han limitado el consumo de grasas trans, un ejemplo se ofrece en la Secretaría de Salud de Canadá, la cual permite el consumo de hasta 5% de grasas trans en alimentos. Cabe destacar que no todas las grasas trans son dañinas para la salud humana. Por lo general, la información que se obtiene es de grasas trans de origen industrial (e. g. margarinas y sebos) y no de origen animal (ácido vaccénico y ácido ruménico).