La Grecia de la época de Sócrates fue terreno de fecundidad inusitada para la cultura y las artes, y Atenas, el semillero de más intensa actividad. Ahí florecieron Herodoto, Aristófanes, Sófocles, Eurípides, Gorgias... Entre ellos, Sócrates, cuya actividad intelectual llegó a representar una verdadera incomodidad para sus compatriotas.
Buscar el sentido de las cosas y el significado de las palabras era el pasatiempo favorito de Sócrates. Jenofonte lo recordaría como un excelente predicador de buenas costumbres y Platón lo definió como lo que ahora llamaríamos un motivador humanista y gran filósofo.
Quién fue Sócrates
Famoso filósofo griego del siglo V a. C, originario de Atenas, hijo de un picapedrero y una comadrona; a decir de quienes lo conocieron en vida, gustaba de batirse en duelos de palabras con aquellos que se creían muy listos. Su apariencia y estilo: regordete, chato, medio chaparro, bonachón y con alto sentido del humor…, como que en nada se parecía al ideal físico de belleza humana que los griegos inmortalizaron en esculturas y pinturas.
Aristofanes lo caricaturizó en su comedia Las nubes, como un soñador que desde su nube –o pensadero– viajaba flotando en el aire y mirando el Sol. En la actualidad, esa caricatura bien podría pasar como la imagen hollywoodesca de un profesor chiflado. Para Jantipa, su esposa, era un flojo y un bueno para nada. De cualquier manera, no a todos les caía bien; para Melito y Anito, Sócrates era un pervertidor de jóvenes, además de hereje, y con esta acusación consiguieron que el Consejo de los Quinientos lo condenara a muerte.
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