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MAYO DE 2007
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ENRIQUE ARCE MEDINA

EL LEGADO DE SÓCRATES

El método socrático

En el racionalismo socrático existe una inclinación hacia la práctica lógica, por la manera en que orienta la deducción cuidadosa de las consecuencias de una hipótesis, y se apoya en la mayéutica –método para hacer descubrir una verdad al interlocutor, a partir de preguntas–. El propio Sócrates decía que el arte de hacer parir las ideas mediante progresivas interrogaciones le venía del oficio de partera de su madre. También aplicó la dialéctica, procedimiento conversacional en el que se insta a los participantes tanto a la reflexión como a la expresión de sus pensamientos de manera inteligible. Subyace, en los recursos integrantes del racionalismo de Sócrates, el areté. Su virtud era el saber por el saber, o más bien, buscar la verdad por el puro regocijo de buscarla, aunque para algunos de sus contemporáneos esa insaciable curiosidad y sed de saber era una molestia, ya que siempre estaba interrogando y daba pocas explicaciones.

Sócrates estaba convencido de que su método de racionamiento a la manera de juego de preguntas y respuestas –el método socrático– era accesible a todos y cualquiera puede beneficiarse al usarlo para distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, lo verdadero y lo falso.

Sócrates tenía la fea costumbre de decir que no sabía nada, esta pose de humildad ficticia resultaba chocante para quienes lo consideraban uno de los hombres más talentosos de su época. Esto merece una aclaración. Cuando Sócrates decía “yo sólo séque no sé nada” quería hacer notar que era consciente de su ignorancia. Buscaba con ello que los demás se convencieran de la importancia de reconocer la propia ignorancia, primer paso para adquirir conocimientos, pues nadie aprende algo si cree que ya lo sabe. Ahora como entonces, la soberbia del sabelotodo constituye una barrera para la superación personal y el aprendizaje, al impedirle disfrutar la capacidad de maravillarse ante cosas nuevas; esta actitud es llamada por Sócrates síndrome de asombro deficiente, cuya consecuencia, enfatizamos, es frenar el aprendizaje –y de paso nos explica su sabia y útil modestia al declarar que nada sabía–. Las otras ideas, hasta aquí relatadas acerca de la mayéutica y la dialéctica ya habían sido utilizadas por otros sesudos predecesores, aunque nunca las incorporaron como métodos en la elaboración de nuevas ideas.



 
 
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