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Septiembre 2011
Hélix
ALICIA BAUTISTA LOZADA Y
HÉCTOR PERDOMO VELÁZQUEZ

Divulgación de la ciencia,
del terror a la pasión

Una pobre cultura científica es el resultado de falta de interés por divulgarla, pero también de la falta de demanda para ser conocida.

Divulgar significa “hacer público un conocimiento”; dicho así, parece una tarea sencilla, sin embargo, dar a conocer los resultados de una investigación científica o lo que implica hacer ciencia, puede ser el trabajo más temido para la mayoría de los científicos, si se trata de hacerlo fuera de su ámbito propiamente académico. El problema reside en que, durante la formación de un científico en México, jamás se considera la comunicación de resultados (más allá de artículos científicos o conferencias), como parte de su quehacer habitual, por lo que no se les prepara para divulgar.

Pareciera que la relación ciencia-sociedad se redujera a la comunicación de resultados a través de la escritura de artículos científicos –los cuales se elaboran en un lenguaje técnico y sólo son de interés para los especialistas en el tema–; de esta manera, los artículos científicos no tienen el lenguaje adecuado para que una buena parte de la sociedad –es decir, aquellos que ninguna relación directa tienen con la actividad científica– comprenda su contenido. Sin embargo, no es ésta la razón por la cual la sociedad está poco familiarizada con el quehacer de un científico. En nuestra opinión, una pobre cultura científica es el resultado de una falta de interés por divulgarla, pero también de la falta de demanda para ser divulgada.

Entonces, ¿cuál es la importancia de divulgar y de que la sociedad comprenda el trabajo y los resultados de un científico –como se haría con un médico o un abogado al cual se contrata–? Cuando la divulgación científica es eficiente, la sociedad puede comprender qué es la ciencia, cómo se hace, cuáles son las implicaciones y las aplicaciones derivadas de su actividad. Si la sociedad comprende la ciencia, puede también cuestionarla y replantearla. La importancia de que los científicos realicen estas actividades es que pueden comunicar y facilitar la implementación de sus resultados, así como la continuación y creación de nuevos proyectos –sobre todo de aquellos relacionados con grupos específicos, como comunidades indígenas o campesinas–. Por otro lado, la divulgación de la ciencia debe también verse como una herramienta que se aproveche tanto para promover la curiosidad y la imaginación, en el caso de los niños, como el pensamiento lógico en el público de todas las edades.

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Septiembre-Octubre 2012
Curriculum

 

Alicia Bautista Lozada es bióloga por la Universidad Veracruzana. Trabajó en el programa “Todos al jardín”, en el Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero, en el cual organizó talleres de divulgación de la ciencia. En 2006, ingresó al doctorado de Ciencias Biológicas-UNAM, en el Centro de Investigaciones en Ecosistemas, campus Morelia, donde desarrolla su tesis en el área de Ecología Química.

Héctor Perdomo Velázquez es biólogo por la UDLA-P y Maestro en Ciencias Biológicas por el Centro de Investigaciones en Ecosistemas-UNAM, donde actualmente estudia el doctorado. Su línea de interés versa sobre la importancia de conocer y conservar las especies y ecosistemas de México, por medio de conferencias, talleres, juegos y otras actividades divertidas como los carnavales.

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