Los murciélagos han sido clasificados en el orden Chiroptera, del griego keir, mano, y pteron, ala; es decir, “manos aladas”, ya que las falanges alargadas de los dedos integran la estructura principal de soporte de la membrana alar, la cual se extiende por el antebrazo hasta las extremidades posteriores (figura 1).
A su vez, el orden Chiroptera se divide en dos grandes ramas: el suborden Microchiroptera y el Megachiroptera. Este último grupo comprende una sola familia: la Pteropodidae, que incluye 167 especies de zorros voladores, nombre con el que se les conoce comúnmente.
Estos murciélagos se distribuyen únicamente en los bosques tropicales de la India, África, Asia y Australia y tienen un patrón de actividad diurno; principalmente se alimentan de frutos, polen y néctar.6
El suborden Microchiroptera está representado por 834 especies agrupadas en 17 familias; sus ejemplares son de tamaño pequeño y ojos diminutos, habitan en todo el mundo (salvo en regiones polares e islas oceánicas aisladas) y, generalmente, se alimentan de insectos, frutos, néctar y polen. Unas cuantas especies son carnívoras y sólo tres –de todas las existentes en el mundo– son hematófagas, es decir, se alimentan de la sangre de otros animales y éstas habitan el continente americano, en particular, las regiones semi-cálidas y cálidas de México, Centro y Sudamérica.7La mayor actividad de los microquirópteros se realiza de noche, empleando el sistema de ecolocalización para volar y buscar comida. Dentro de este suborden se ubica el mamífero más pequeño del planeta, el murciélago abejorro (Craseonycteris thonglongyai), nombre que alude a la talla de su cuerpo, el cual mide lo mismo que dicho insecto (3 cm) y pesa de 1.5 a 2 gramos, con una longitud alar promedio de 11 cm. Habita sólo en un conjunto de cuevas del Parque Nacional Sai Yok, provincia de Kanchanaburi, Tailandia.7
En México se han registrado hasta el momento 137 especies de murciélagos, lo que significa, aproximadamente, 15% del total mundial. Se distribuyen de norte a sur y de costa a costa, se los encuentra en altitudes que van desde el nivel del mar hasta mayores de 2 mil metros, tanto en desiertos como en bosques y selvas. Su conservación es trascendental no sólo para la economía humana, sino para la estabilidad de los ecosistemas y la biodiversidad de nuestro planeta.
