Puesto que el proceso de codificación y análisis de la información está en su etapa inicial, aún no contamos con resultados definitivos; sin embargo, análisis preliminares nos muestran que, efectivamente, los migrantes con familias transnacionales experimentan dilemas y tensiones, en particular, los hombres casados cuyas esposas e hijos residen en México.

Las principales preocupaciones de los migrantes están asociadas con las necesidades económicas de sus familias en México, y la dependencia de éstas respecto de sus envíos de dinero. Según una encuesta realizada por el Banco Interamericano de Desarrollo⁴ a receptores de remesas en México, 10.0% de los remitentes son esposos/as, 21.0% hijos/as y el porcentaje mayor (39.0%) son hermanos/as; este último dato es consistente con lo que arrojó nuestra pequeña muestra, en la cual muchos de los migrantes entrevistados, si bien enviaban las remesas a sus hermanos, éstos eran meros intermediarios de un dinero cuyo verdadero destino era la manutención de los padres.

Los migrantes son una fuente fundamental –y muchas veces la única– de ingresos para hogares integrados por padres adultos mayores, cuyo bienestar y sobrevivencia depende de las remesas. Las entrevistas dejan ver una división tácita de tareas y responsabilidades entre los hermanos con respecto a sus padres: los que permanecen en México se ocupan de su atención y cuidado, mientras que los migrantes asumen, en contraparte, la responsabilidad de su bienestar económico. Según la misma encuesta del BID, 78.0% de los receptores de remesas utilizan este dinero para gastos de consumo corriente.

Otro tema de preocupación para los migrantes es la incertidumbre respecto del cumplimiento de las metas que inicialmente los llevaron a migrar, las cuales van sufriendo modificaciones al llegar y en la medida que pasa el tiempo de permanencia en Estados Unidos. En los hombres casados cuyas esposas e hijos permanecen en México (y, en menor medida para los solteros) esto es motivo de angustia e incertidumbre, pues su estadía fuera del país tiende a prolongarse más de lo previsto, con lo cual comienzan a surgir nuevas dudas respecto a regresar al país, trasladar a su familia, no cumplir lo planeado, etc. Además, ellos tienden a quejarse de la soledad, el aburrimiento o el tedio de una rutina laboral en la que no depositan grandes expectativas.

Para los migrantes que tienen sólo a sus padres en México, la situación es diferente, pues la postergación del regreso muchas veces los lleva finalmente a desistir de ese plan original, particularmente en aquellos que ya cuentan con hijos en Estados Unidos. En efecto, tener hijos pequeños en Estados Unidos, nacidos o no allí, altera radicalmente los planes de la familia, pues para ellos, la principal preocupación pasa a ser el proceso de integración en el nuevo país; aprender inglés, mejorar las relaciones en el trabajo, analizar posibilidades de movilidad laboral, y definir el estatus migratorio se convierten en nuevas fuentes de preocupación. En estos casos observamos una mejor organización y disfrute del tiempo libre, así como de las actividades extra-laborales.

Los migrantes no son los únicos que extrañan, se preocupan y ven alterada su vida cotidiana como resultado de la migración; sus familiares en México también sufren los efectos, aun cuando, en general, la decisión de migrar es consensuada o aceptada por los demás miembros de la familia; con lo cual la migración emerge como un proyecto o estrategia colectiva del hogar, y no individual. Los migrantes, sin embargo, parecen perder peso en la toma de decisiones al interior del hogar en México, tanto en relación con aspectos económicos como en lo referente a decisiones sobre los hijos o los padres.

En fin, el desarrollo del proyecto hasta el momento ha sido muy satisfactorio en virtud de que hemos ganado experiencia en conducir investigaciones binacionales, y de que los análisis preliminares confirman que las familias transnacionales son generadoras de nuevos dilemas para los migrantes, cuyas consecuencias deben explorarse con mayor profundidad. En Minnesota establecimos contactos con organizaciones de la sociedad civil, a efectos de poder difundir los resultados finales e incidir en programas que tengan en cuenta estos aspectos para contribuir al bienestar de los trabajadores migrantes y sus familias.