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salvador jara guerrero
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En la cultura clásica griega, para conocer el futuro, se recurría a visitar el oráculo. El destino era personificado por tres mujeres llamadas Moiras –o Parcas, según la mitología romana, nombre que hoy, de manera coloquial, se utiliza para designar a la muerte–. La más joven de ellas, Cloto, forma el hilo de la vida en su rueca; Láquesis enrolla ese hilo en un carrete, y Átropos lo corta; así, entre la rueca, el ovillo y las tijeras, estas tres hijas de Zeus tienen en sus manos el destino y las vidas.

En cambio, Heráclito de Éfeso, quien vivió durante el siglo VI a. C., pensaba que era imposible predecir el futuro, debido al constante cambio de todas las cosas; él decía: “No te bañarás dos veces en el mismo río”, porque en este mundo nada permanece y, como Platón negaba la realidad por considerar que este mundo es sólo una ilusión –aunque llegó a la misma conclusión que Heráclito–, pues resulta que no tiene sentido tratar de averiguar el devenir.

Demócrito consideró que la materia del mundo está constituida por pequeñas partículas mínimas e indivisibles en movimiento permanente, las cuales dan lugar a la diversidad que observamos, por ello se le atribuye la cita: “Todo cuanto existe es fruto del azar y la necesidad”. Por otro lado, en el pensamiento aristotélico todo tiene una finalidad, y ésta es el motor que impulsa el cambio de los seres; consecuentemente, el movimiento resultante es el responsable de las continuas variaciones. Conclusión: el futuro está en la finalidad misma de cada cosa.

En el pensamiento de Epicuro, la Naturaleza no está regida por la necesidad, sino por el azar, lo cual implica la negación total de la finalidad y, por supuesto, también la del destino: el futuro es contingente.

Durante la Edad Media, el catolicismo impulsó la idea de que la realidad es pasajera y el conocimiento del futuro es asunto divino, lo cual fue replanteado durante los siglos XVI y XVII, cuando la física llamó la atención hacia la posibilidad de llegar a un conocimiento absoluto de las leyes que rigen el mundo, y se abrió la esperanza, no sólo de predecir la ocurrencia de fenómenos naturales terrestres y los del Universo, sino de averiguar también su pasado.

Desde entonces, el exitoso desarrollo de la ciencia ha generado explicaciones acerca de la evolución del Universo y de la generación de la vida en el planeta. El conocimiento de la inmensidad del cosmos y del maravilloso mundo de la vida ha retomado con mayor intensidad un par de interrogantes: ¿qué tanto podemos conocer nuestro futuro?, y ¿somos los únicos seres inteligentes en el Universo?


CURRÍCULUM

Salvador Jara Guerrero es doctor en filosofía y licenciado en física y matemáticas. Es profesor investigador en la Facultad de Ciencias de la Universidad Michoacana. Ha sido profesor visitante en los Estados Unidos, en Italia y en España. Su área de investigación es filosofía de los conocimientos. Ha participado como conferencista y ponente en España, Italia, Australia, China, Estados
Unidos, Chile, Panamá, y en casi todos los estados de la república
mexicana. Es autor de más de 50
artículos en revistas especializadas, más de cien en revistas de divulgación científica y cinco libros.
Fue presidente de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de
Ciencia y la Técnica, y obtuvo el primer lugar en el Concurso
Latinoamericano de Cuento de
Ciencia Ficción 2004, organizado por
Aleph Zero, con el cuento
“Ayer soñé un teléfono”.


CITA ESTE DOCUMENTO

Versión impresa
Norma ISO 690

JARA GUERRERO, Salvador. "La vida en la Tierra, una responsabilidad humana". Revista Ciencia y Desarrollo, Agosto 2010, Vol. 36, no. 245, p. 62-67.

Versión electrónica
Norma ISO 690-2

JARA GUERRERO, Salvador. "La vida en la Tierra, una responsabilidad humana" [en línea]. Revista Ciencia y Desarrollo, Vol. 36, no. 245, Agosto 2010. Disponible en: Colocar URL. [Consulta:Día-Mes-Año]

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