Cozumel estaba en la trayectoria de Emily y, según el Centro Nacional de Huracanes de Miami, llegaría la noche del domingo. La cultura de prevención que los habitantes han adquirido es enorme gracias a la experiencia con el huracán Gilberto, en 1988, y a la implementación del Sistema de alerta temprana para ciclones tropicales (SIAT-CT); por lo que afortunadamente, se ha logrado un nivel sorprendente de coordinación entre la población y las autoridades del Sistema Nacional de Protección Civil.

Mientras el huracán se acercaba, se fueron activando las etapas de alerta azul (aviso), verde (prevención), amarilla (preparación), naranja (alarma) y roja (afectación), según los rangos de las escalas Saffir-Simpson y de circulación, que determinan la peligrosidad.

Al recibir las noticias, los pobladores comenzaron los preparativos: abastecerse de agua, comida enlatada, pilas, madera para proteger ventanas, etc. Los hoteles dieron facilidades a los huéspedes para salir, y se inició el éxodo hacia el aeropuerto o al muelle para tomar el ferri y cruzar al municipio de Playa del Carmen. Fueron evacuados unos diez mil turistas de Cozumel, y sólo dos mil permanecimos ahí.

Las autoridades tomaron varias medidas, entre ellas: preparar los posibles refugios temporales y reforzar las campañas en los medios de comunicación sobre qué hacer en caso de un ciclón tropical.