Como se dijo ya, la arqueología mostró la existencia de elementos para afirmar una unión cultural a lo largo de la costa del Golfo (desde la Huasteca hasta el área maya), al menos entre los años 1600 y 1200 a. C. Después de esta etapa, sus manifestaciones materiales comenzaron a diferenciarse, aunque algunas costumbres y expresiones continuaron con ligeras modificaciones.

Los informantes de Sahagún y el padre Olmos parecen haber dejado suficientes pistas para revelar el origen de los cuexteca, pero no podemos afirmar con certeza cuándo cruzaron el paso de Panoayan: mito y leyenda parecen guardar memoria de un acontecimiento del segundo milenio antes de la era cristiana. Como sea, ya establecidos en el norte de la costa del Golfo, iniciaron un desarrollo que se vio mutilado por la llegada de los españoles en el siglo XVI.

Lo que hoy identificamos como cultura huasteca corresponde a una serie de manifestaciones o expresiones tangibles e intangibles que identifican a un grupo no homogéneo en los aspectos étnico y lingüístico: compuesto por teenek, nahuas, tepehuas, totonacos y pames en la antigüedad, y por mestizos de distintos continentes en la actualidad, sus miembros comparten una misma tradición e idiosincrasia, con sus variantes, y están presentes en seis estados de nuestro país: Veracruz, San Luís Potosí, Tamaulipas, Hidalgo, Querétaro y Puebla. Sus orígenes aún son un misterio, pero las investigaciones continúan aportando elementos para su esclarecimiento.

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La lingüística abre un velo
La ruptura de la unidad huasteca
Bibliografía