En la actualidad, se acepta que las endotoxinas presentes en las partículas contaminantes representan un potente inductor de inflamación. También se sabe que potencian la participación de otros componentes de las partículas como los metales o las partículas de diesel. La inhalación cotidiana de endotoxinas en las partículas contaminantes puede prevenir o estimular un ataque de asma, dependiendo de la cantidad y el tiempo en el que esto ocurra, así como de la edad del individuo en que se empiezan a inhalar y de las características genéticas del sujeto.

Esta aparente contradicción es motivo de investigación, e ilustra lo complejo que resulta el estudio de los efectos nocivos de los contaminantes ambientales: en él interactúan muchas variables, desde los procesos de generación de la contaminación, hasta la forma en la que el cuerpo participa, pasando por la interacción química de los contaminantes en la atmósfera.

Las actividades del ser humano que introducen al ambiente BGN representan un riesgo para la salud, sobre todo cuando existen endotoxinas que llegan al tracto respiratorio y potencian el efecto tóxico de otros contaminantes atmosféricos o desencadenan procesos inflamatorios. Esta es una de las razones más importantes para el control del fecalismo al aire libre de animales y humanos, cuestión donde las normas aún no se aplican con suficiente rigor, y donde aún hay mucho por hacer en cuanto a infraestructura básica y educación.

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¿Qué son las endotoxinas?
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¿Qué efectos produce su inhalación?