La ciencia y sus rivales:
El hombre carnívoro


La ciencia y sus rivales:
El hombre carnívoro
      Autores

Algunos grupos que se hacen llamar veganos1 insisten en que el ser humano es naturalmente vegetariano o herbívoro y que consumir carne animal es contrario a los designios de la naturaleza, lo que constituye una desviación dañina

Lo cierto es que la evidencia paleontológica recabada en torno a las especies de homínidos fósiles que, muy probablemente, sean nuestros antepasados apunta a que casi todos ellos consumían carne en distintas formas y, en muchos casos, de manera preferente a otros alimentos.2
     Al parecer, fue el consumo de carne lo que lo proveyó de las proteínas suficientes para alcanzar habilidades físicas como la carrera, la natación, el buceo… pero, sobre todo, la inteligencia.
     Aun en especies cercanas al ser humano, como el chimpancé común, la carne constituye un manjar anhelado y la base de una dieta completa que contribuye a su crecimiento completo. 
     De hecho, en los vestigios fósiles de algunos homínidos a quienes les tocó soportar algunas de las glaciaciones más severas de los últimos cincuenta mil años, se aprecian los efectos de engrosamiento de los huesos, debido al exceso del consumo de vitamina B12 proveniente de la carne de hígado de sus presas.
     Otro aspecto que resalta hasta qué grado la cacería de animales y el destazamiento de sus cadáveres constituía una de las actividades primordiales de los integrantes del género homo, se puede ver en la abundancia de vestigios de herramientas de piel otros materiales usados sobre todo en la construcción de armas de caza, como hachas de mano de pedernal, flechas, lanzas y tiralanzas.
     Son muy numerosos los vestigios de huesos de grandes animales o hasta de seres humanos que muestran el efecto de su ruptura y raspado para obtener el tuétano y otros tejidos adheridos a éstos.2
     Contradiciendo las afirmaciones de los naturistas de distintas escuelas, no existió una época idílica en la que el ser humano pudiera sobrevivir de frutos, raíces, semillas y hojas, cosa que sí lograron especies lejanamente relacionadas con nuestro linaje, como los australopitecus robustus y bosei, que muestran en la cima de su cráneo una cresta sagital (en la parte superior del cráneo, orientada de adelante hacia atrás), donde se anclaban los poderosos músculos que permitían a sus grandes mandíbulas, dotadas de amplios molares, romper la cáscara de la nuez o semillas más duras.3.1,3.2
     Lamentablemente, esta rama de homínidos se extinguió ante el avance de las secas épocas que acompañaron las eras glaciares, cuando la única comida disponible era la carne de otros seres vivos.
     Sin embargo, los naturistas insisten en señalar que el ser humano actual vivió una época como vegetariano, y que haber abandonado esta práctica idílica nos ha traído muchos desarreglos y enfermedades, que se pueden evitar volviendo al régimen vegetariano más estricto.

     Algunos grupos veganos agregan una componente ética al asunto, señalando que no debemos consumir carne animal por la sencilla razón de que estamos asesinando a criaturas vivas capaces de sentir dolor, como si los vegetales no mostraran rudimentos de estas reacciones a la agresión de los herbívoros.
     Hechos como el que las poblaciones con más acceso a la proteína animal muestran mayor talla y esperanza de vida en todo el planeta no parecen convencerlos.
     En el aspecto ético, conviene considerar que las especies animales que constituyen la base de la dieta de casi todos los pueblos tienen garantizada su permanencia en el planeta a largo plazo y, de ninguna manera están amenazadas por la extinción, como sí ocurre con la gran mayoría de las especies silvestres.  

Av. Insurgentes Sur 1582, Col. Crédito Constructor • Alcaldía. Benito Juárez C.P.: 03940, México, CDMX Tel: (55) 5322-7700
Comentarios, sugerencias y dudas sobre este sitio de internet y sus sistemas:
Centro de Contacto y Soporte Técnico  

DERECHOS RESERVADOS © 2019
Políticas de Privacidad