El principio antrópico fuerte


El principio antrópico fuerte
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Se conoce como principio antrópico fuerte la idea de que las leyes de la física y la situación de nuestro planeta, la Tierra, en el sistema solar fueron seleccionadas por una inteligencia preexistente, de modo que surgiera evolutivamente la vida inteligente en el planeta.

Claramente, existe un elemento de sobrenaturalidad en esta noción. Uno de sus proponentes —por cierto, de raíz islámica— señaló lo siguiente:
Es suficiente con mirar los millones de planetas muertos en el espacio para entender que los delicados balances requeridos para la vida en la Tierra no son el resultado de coincidencias aleatorias. Las condiciones esenciales para la vida son demasiado complicadas como para haber sido formadas “por su cuenta” y al azar, y dichas condiciones son creadas especialmente sólo para la vida.
    Estos equilibrios son sólo unos pocos de los millones de balances intrincados e interrelacionados, y los órdenes establecidos para que la gente pueda vivir en paz y con seguridad en la Tierra. Examinar sólo una parte de los equilibrios y la armonía en la tierra es suficiente para comprender el ser superior de Dios y comprender la existencia de una creación del universo planificada en cada detalle.1
    El principio antrópico simple se limita a señalar que vivimos en un universo y un planeta adecuados para el surgimiento de la vida y de la inteligencia —pero, claro— reconoce que la Tierra es un planeta excepcional, por lo cual es lógico e inevitable que vivamos en su superficie, pero el principio fuerte trata de buscar un designio detrás de nuestra presencia.
    La principal objeción a la existencia del principio fuerte es la enorme escasez, en el cosmos visible, de ambientes adecuados al desarrollo de ese fenómeno —la vida inteligente— y, sobre todo, el enorme plazo transcurrido que excede a los 12 mil millones de años, para su primera aparición registrada en un planeta rocoso que orbita en torno a una estrella ordinaria como el Sol.
    Los más convencidos de la vigencia del principio fuerte señalan que ese precisamente es el designio de quien haya establecido el principio antrópico fuerte y que todo el universo está a nuestro servicio y disposición. Realmente, esto es sobreestimar la capacidad de avance científico y tecnológico que pueda tener nuestra especie, aun en un futuro muy lejano. Simplemente, hay demasiadas galaxias inhabitables, sobre todo por la presencia de radiaciones muy poderosas que impiden la vida en todos sus cientos de miles de estrellas o sistemas planetarios.
    En los años cincuentas, se postuló el principio antrópico débil, descrito más recientemente por John Barrow y Frank Tipler de la siguiente manera:
“Los valores observados de todas las cantidades físicas y cosmológicas no son igualmente probables, sino que toman valores restringidos por el requisito de que existan lugares donde pueda evolucionar la vida basada en el carbono y por el requisito de que el Universo sea lo suficientemente viejo para que esta evolución ya haya ocurrido de hecho”.2
    El principio antrópico débil establece que en un universo que es grande o infinito, tanto en el espacio como en el tiempo, las condiciones necesarias para el desarrollo de vida inteligente podrán verse solamente en ciertas regiones limitadas en el tiempo y el espacio. Los seres inteligentes que las habitan no deben, en consecuencia, sorprenderse si observan que su actual ubicación en el universo permite las condiciones necesarias para su existencia.
    Lo anterior no excluye que existan universos donde las constantes de la física sean tales que impidan, por ejemplo, la posibilidad de la química orgánica del carbono; pero desde luego, ahí no habrá testigos que describan ese cosmos.
    El problema en realidad se reduce a preguntar. ¿Por qué existe algo en lugar de nada? Una pregunta que sólo puede responderse describiendo cómo se desarrolló el universo, pero no explicando la esencia filosófica de la cuestión.
    Señalar al azar y a la selección natural como causas de lo más perdurable sobre lo efímero funciona tan bien como cualquier principio antrópico establecido por un poder desconocido.

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