Sólo conocemos un sitio en el Universo en donde haya surgido la vida. Es sólo un caso y a partir de él debemos deducir todo lo conocible sobre la vida en el cosmos. Pero, este hecho ha impulsado el surgimiento de un prejuicio que nos impide concebir adecuadamente cómo sería la vida que pudiera evolucionar en cualquier otro mundo habitable.
Podemos apreciar esta afirmación en las imágenes de la ciencia ficción, o las de los cultos ovni, sobre la apariencia que los seres extraterrestres inteligentes podrían tener, casi todos ellos dotados de un aspecto básicamente humanoide y con características muy esperables, como el ser vertebrados, mamíferos o, en el mejor de los casos, con rasgos de reptil o insecto.
Es necesario tomar en cuenta ante todo que nuestra apariencia, tamaño y funcionamiento biológico son el resultado de cientos de millones de años de evolución, y en ello han incidido, de manera decisiva, varios accidentes tanto climáticos como cósmicos, geológicos y, desde luego, biológicos, que alteraron o desviaron una tendencia de desarrollo ya muy bien encarrilada.
|