Enero y febrero se han caracterizado por tener cielos despejados en la Mesa Central de la república mexicana.
Todavía al anochecer podemos apreciar la gran Galaxia de Andrómeda en el poniente y, encima de nuestras cabezas, a punto de llegar al cenit, se halla una de las constelaciones más conocidas, la del gigante cazador Orión con su preciosa nebulosa M-42, inmensa nube de hidrógeno de la cual nacen las estrellas, propiciando la delicia de los aficionados a la astronomía que poseen un telescopio. También podemos apreciar a simple vista las tres estrellas que señalan el cinturón de Orión cuyos nombres son, de este a oeste, Alnitak, Alnilam y Mintaka; muy cerca y al sur de la primera se halla una preciosa nube de polvo oscuro llamada la nebulosa Cabeza de Caballo, iluminada por detrás por varias estrellas, pero solamente observable en magníficas imágenes tomadas en los grandes telescopios.