Londres, una de las ciudades y zonas metropolitanas más problemáticas del mundo, con una alta densidad de redes, servicios y comunicaciones, es la evidencia de la progresiva superación de sus problemas, por lo que permite mostrar cómo la técnica y la evolución de la teoría contribuyen a planificar el crecimiento con el objetivo de posibilitar la existencia de millones de personas asentadas en un modo de vida urbano.
En el contexto de las aportaciones británicas a la cultura de la ciudad cuya modernidad puede ubicarse, en sus inicios, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, según algunos analistas e historiadores del fenómeno urbano como Leonardo Benévolo,1 Joseph Rikwert2 o Stephen V. Ward,3 pueden señalarse varios modelos urbanísticos que han gravitado en torno a la ciudad de Londres, lo cual vale la pena considerar y revisar, debido a su influencia en el contexto social, político y económico en la planeación del espacio urbano. Esos modelos se han nutrido de las experiencias locales sistemáticamente estudiadas, buscando también incorporar algunos de los avances más significativos surgidos en otros contextos culturales, los cuales han sido ponderados y, en su momento, se han considerado adecuados a las circunstancias y a las necesidades de la población británica.
De la forma como suele suceder con los modelos urbanísticos, éstos surgen como una respuesta a problemas identificados como fundamentales para el desarrollo o la mejora de las condiciones de la población, su organización y productividad en el territorio. En la medida en que tales modelos son experimentados y apropiados por su pertinencia, puede hablarse de una verdadera cultura de la ciudad. Los aquí comentados brevemente son todavía fuentes de análisis y de crítica; con frecuencia se alude a sus aciertos y errores, y es a partir de este proceso de revisión continua que una sociedad se involucra en aspectos de la política, la economía y el rumbo de la planeación, con lo cual se fomenta una participación informada, amplia, democrática y plural, en la que, si bien no todos los actores sociales tienen el mismo peso, todas las opiniones tienen cabida.
En 1841, la población del área metropolitana de Londres era de 2’500,000 habitantes. Para 1871, se reportó un crecimiento a 3’890,000 habitantes y 6’586,000 en 1901, fecha en la que no era sólo la ciudad más grande en Europa, sino en todo el mundo.
Una tendencia de rápida absorción de habitantes e inmigrantes prevaleciente hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, incentivó a una quinta parte de la población nacional a concentrarse allí. Si se considera, además, que, a diferencia de otras ciudades del ámbito europeo como París, Ámsterdam, Berlín, Munich, Viena, Praga o Madrid –donde históricamente había altas concentraciones de población– Londres había crecido a menores densidades, extendiéndose de manera horizontal, más que vertical, puede entenderse la necesidad de establecer modelos de ocupación del territorio bajo patrones más equilibrados de desarrollo. |

CURRÍCULUM |
Fernando N. Winfield Reyes es arquitecto por la Universidad Veracruzana (UV), maestro en Artes en Diseño Urbano por la Oxford Brookes University, Inglaterra, y doctor en Arquitectura por la Universidad Politécnica de Madrid, España. Actualmente es profesor en la Facultad de Arquitectura de la UV. Es autor de diversas publicaciones nacionales e internacionales, ha desarrollado varios proyectos relacionados con urbanismo y es investigador nacional, nivel I. |
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Versión impresa
Norma ISO 690
WINFIELD REYES, Fernando N."Urbanismo en Londres”. Revista Ciencia y Desarrollo, Agosto 2008, Vol. 34, no. 222, p. 16-21.
Versión electrónica
Norma ISO 690-2
WINFIELD REYES, Fernando N. "Urbanismo en Londres” [en línea]. Revista Ciencia y Desarrollo, Vol. 34, no. 222, Agosto 2008. Disponible en: Colocar URL. [Consulta: 1 Agosto 2008] |
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