Por causa de los dos graves accidentes en plantas atómicas ocurridos a fines del siglo pasado, la energía atómica fue satanizada; sin embargo, en el presente, parece ser la única alternativa mientras se perfeccionan otras fuentes de energía…

En 1979, el accidente de la planta nuclear llamada de las Tres Millas, en los Estados Unidos, causó una gran inquietud respecto al peligro que las plantas generadoras de electricidad, calentadas por la desintegración del uranio, representaban para la seguridad; no obstante, el accidente no causó daños en la población circundante. Esta situación de inquietud local se convirtió en global cuando la planta soviética de Chernobil sufrió, en 1986, un accidente mucho peor, el cual hasta ahora mantiene a aquella región inutilizable por la radiactividad aún presente.