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RAFAEL J. SALÍN-PASCUAL
TENDENCIAS SOCIALES Y POLÍTICAS A LA LUZ DE LAS NEUROCIENCIAS SOCIALES
Desarrollo y función de la empatía
La empatía es una de estas conductas que, por un lado, tiene una misión notoria: la comunicación armónica con otros seres de nuestra especie, la cual puede estudiarse de forma casi continua desde la psicología social hasta niveles moleculares muy puntuales como son los genes. Resulta de suma importancia resaltar que los genes (formas de ácido desoxi y ribonucleico o ADN) no tienen la capacidad de generar conductas por sí mismos; lo que se produce o se deja de producir en ellos son moléculas con funciones diversas, por ejemplo enzimas, receptores de hormonas y neurotransmisores, así como canales para el paso de iones en la membrana celular y factores de regulación de las mismas conexiones del sistema nervioso. Si se sigue la cadena de procesos entre la secuencia de los ácidos desoxi y ribonucleico, la formación de sus proteínas, la activación o supresión de circuitos de neuronas, entonces se aclarará la mecánica de los procedimientos neurales subyacentes a una conducta estudiada. No obstante, en el momento que esta conducta o la necesidad de desarrollarla emerge –o está a punto de hacerlo– la modulación de lo social que nos puede frenar. Ejemplos a la mano: el deseo sexual, la violencia criminal, incluso el sueño que, hasta un cierto grado, puede ser inhibido o bloqueado por presiones laborales o escolares.

La empatía se desarrolla para que podamos compartir sentimientos, los cuales se emiten –en la mayoría de los casos– sin mediar un lenguaje hablado correspondiente con una parte de lo que llamamos pensamiento. La empatía se vincula a un tipo de memoria llamada no-declarativa, la cual no tiene una fácil explicación verbal, ya que se conforma por una serie de acciones o pautas motoras complejas; por ejemplo, hacer la descripción de la forma en que se anudan las corbatas, proceso que resulta más fácil de entender al verlo y practicarlo hasta dominarlo. La conducta empática existe también en animales como los primates. En nuestra especie, se observa una forma adicional de empatía relacionada con el anticiparnos empáticamente a un acontecimiento, generalmente dañino, para las personas que queremos, y se conoce como preocupación empática, la cual consiste en preocuparnos por alguien aún cuando no le haya sucedido algo. La experiencia ha demostrado a quienes se preocupan por otras personas que, si se combinan factores de riesgo como intoxicación alcohólica y conducción de un vehículo, o la práctica sexual sin protección, aumenta el índice de peligro, lo cual lleva a estas personas a la preocupación que tiene su expresión en aconsejar, sugerir o indicar medidas preventivas. La empatía como respuesta emocional ante la presencia de otra persona, constituye uno de los pilares del altruismo.3





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