| El reciente resurgimiento del llamado evangelio de Judas Iscariote y su pretendida autentificación divulgada por la National Geographic Society, ha puesto en evidencia la necesidad de crear una mayor cultura en torno a la posibilidad de aceptar falsificaciones arqueológicas o supuestas reliquias históricas.
Varios casos en el pasado inmediato han sido divulgados sin prudencia, dando la impresión de que se trata de una verdadera bonanza de hallazgos prodigiosos. A continuación algunos ejemplos.
I. Notable ha sido el del llamado osario deSantiago, o de Jaime, una caja de piedra que se dio a conocer hace dos años, que contenía los restos del supuesto hermano de Jesús, que fue investigado hace poco, descubriéndose un fraude.
Se pensaba que la reliquia, de unos 50 cm de largo –propiedad de un coleccionista privado israelí–, era auténtica, ya que varios expertos consideraron que, efectivamente, su antigüedad se remonta a la época de Jesús; además, el osario lleva una inscripción en arameo en la que se lee “Ya´akov (Jaime), hijo de Yosef (José), hermano de Yeshu (Jesús)”. Su existencia se anunció el 21 de octubre de 2002 en la revista especializada Biblical Archeology Review.
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