Ciudades y desarrollo

Andy Hill es un universitario de tiempo completo y usuario regular de la infraestructura de banda ancha que el municipio de su ciudad (Manchester) ha estado desarrollando intensamente en años recientes, junto con la red de transportes terrestres y aéreos que conectan esta ciudad con otras de su región geo-política.

Durante una entrevista, mi primera impresión acerca de él fue que se trataba de un individuo bien informado, participativo en los asuntos de su comunidad y con un sentido critico-constructivo; más tarde me di cuenta de lo cuidadoso que es con sus relaciones, con su afiliación política ² y descubro su gran interés por aprender nuevos usos tecnológicos. “Te va a sonar raro –me comenta Andy– pero hasta que no me involucré en este curso en línea como moderador, no me había dado cuenta de lo aislado que me encontraba en la universidad y en el universo de mi profesión como profesor.” No lo habría pensado de alguien tan aparentemente activo en línea en una ciudad con las bondades de la banda ancha. En cualquier caso Andy me pareció, como lo describen los expertos, el típico ciudadano digital que trabaja, vive y aprende en una Ciudad de Conocimiento (CC). A diferencia de otras ciudades, en las CC, es la ciudadanía la que crea y aplica su acervo de conocimiento, plenamente consciente de que al hacerlo aumenta sus posibilidades de desarrollo.

Sin duda, la ciudad de Andy ha adoptado explícitamente los modelos de la economía del conocimiento, bajo la influencia de diferentes generaciones de gestión del conocimiento y su convergencia con conceptos de desarrollo urbano (tabla 1). Son las ciudades y no los estados-nación, los actuales protagonistas de la globalización económica, afirma Javier Carrillo. En una CC, la identidad de la ciudad, y la forma como la ciudadanía usa el conocimiento para construir su infraestructura, sus instituciones y su visión son las premisas con las que se generará valor y capital para tal ciudad.

En este modelo, la ciudad es la unidad de producción, como antes lo fue un trabajador o una organización generadora de valor. Por ello, desde esta perspectiva, el futuro de cada ciudad reside en la contribución de cada individuo a la construcción social de una cultura de conocimiento, siendo éste su materia prima y la sociedad su capital.

El capital social es el valor agregado que un individuo obtiene por ser miembro de una red de relaciones, afirman Huysman y Wulf; para ellos, el capital social es “el engrudo que pega y mantiene juntas a las comunidades”. Desde este punto de vista, la capacidad y las estrategias de aprendizaje resultan básicas en los procesos de construcción del conocimiento, particularmente en lo relativo al conocimiento social a través de redes formales e informales de aprendizaje. Dichas estrategias y redes son parte del capital (social) de la ciudad, y toma variadas formas; todas y cada una de las cuales constituye la fuente de ventaja competitiva para la ciudad.

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Manchester: ¿UniverCiudad?
Bibliografía recomendada