La historia muestra al físico italiano Alessandro
Volta (1745-1827) como uno de los primeros en
observar efectos termoeléctricos, aunque
no les prestó mucha atención. Él
realizó mediciones sobre la diferencia de
potencial entre las junturas o contactos de distintos
metales y dirigió su atención al estudio
directo de los fenómenos eléctricos.
En 1821, el científico alemán Thomas
Johann Seebek (1770-1831) llevó a cabo una
investigación más sólida acerca
de este tipo de efectos, para lo cual construyó
un circuito con dos metales diversos y le aplicó
una diferencia de temperatura a su juntura o contacto,
lo que generó una desviación en la
aguja de una brújula, fenómeno al
que se llamó termomagnetismo. Todas
estas observaciones se publicaron en los Proceedings
de la Academia Prusiana de Ciencias con el título
Polarización magnética de metales1.
Posteriormente, Hans
Cristian Oersted (1777-1851) explicó
este fenómeno: el paso de corriente eléctrica
era la causa del desvío de la aguja, por
ello dicha manifestación recibió el
nuevo nombre de termoelectricidad. En la
actualidad se considera a Seebek como uno de los
fundadores de dicha ciencia, la cual abarca el estudio
de fenómenos de conversión de calor
en electricidad2.