Ciencia en el Mundo


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La proteína cerebral reelina tiene una participación esencial en la formación de la memoria, de ahí que sea investigada para el abordaje terapéutico del Alzheimer, tal es el caso de un grupo de científicos españoles y austriacos liderados por Inmaculada Cuchillo y Javier Sáez, quienes han identificado por qué, a pesar de los niveles altos de esta proteína, los pacientes no mejoran.
     Según los investigadores, el principal agente patológico del Alzheimer es el péptido beta-amiloide o A-beta, que promueve el aumento en los niveles de expresión de reelina; sin embargo, al mismo tiempo, se une a ésta e impide su actividad normal.
     Analizar cómo funciona esta proteína en humanos es un asunto muy complejo, se requiere hacer estudios post mortem, así que el equipo analizó el líquido cefalorraquídeo obtenido a través de una punción lumbar en pacientes con Alzheimer.
      Con este hallazgo, los especialistas sugieren que, como parte del tratamiento, se suministre a los pacientes mayor cantidad de esta proteína libre de A-beta o bien, se administre fármacos que impidan la unión entre ambos —reelina y A-beta—, lo cual ya se ha hecho en modelos animales, logrando una gran mejoría. 
     Esta investigación es un punto de partida para el desarrollo de nuevos fármacos y tratamientos contra el Alzheimer, aunque aún falta mucho para que pueda aplicarse en humanos.

Científicos británicos del Imperial College de Londres, dirigido por los doctores Sergio Bertazzo y Susannah Maidment, encontraron lo que podría ser restos de células de colágeno en fósiles de dinosaurios que habitaron la Tierra hace 75 millones de años. Este evento ha levantado controversias en todo el mundo, pues se creía que este tipo de material se descomponía en un periodo muy corto, por lo que esto podría ayudar a entender la biología de animales prehistóricos.

Un grupo de expertos, liderados por el restaurador Loch Storr, liberó de una densa roca, los restos fósiles de un ictiosaurio descubierto en 1966, en la isla escocesa Sky y que el Museo Nacional de Escocia mantenía en resguardo, lo que ayudará a revelar cómo evolucionó este reptil marino durante el periodo Jurásico medio. 

Investigadores españoles de la Universidad de Barcelona, dirigidos por Mara Dierseen, desarrollaron un sistema que convierte las ondas cerebrales de las emociones en sonido. Esto permitirá que las personas con parálisis cerebral puedan comunicarse.
     El sistema incluye un casco con neurosensores y medidores cardiacos, el cual transmite información sobre los impulsos eléctricos del cerebro (EEG), la actividad cardiaca (ECG) y la actividad muscular (EMG) a una computadora que analiza la reacción emocional.
     Al medir intensidad de ondas cerebrales, ritmo cardiaco, variación y actividad muscular, el sistema es capaz de determinar si la persona tiene emociones positivas, como felicidad, o negativas, como tristeza o enfado.
     La tecnología ha sido probada en dos pacientes con discapacidad cerebral, teniendo buenos resultados. Dependiendo de los casos, deciden qué patrón utilizar (EEG, ECG o EMG), analizan el estado neutro del paciente y, a partir de esto, realizan un análisis de las acciones registradas a partir de estímulos visuales y auditivos.
    Con este sistema, lo que se busca es sustituir a los cuidadores de este tipo de pacientes, ya que ellos mismos podrían llegar a controlar respuestas básicas.

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