Craving es el momento del círculo adictivo en que una persona experimenta un deseo vehemente por consumir una sustancia adictiva, esto puede desencadenar un patrón de conductas encaminadas hacia la búsqueda, focalización del manejo y consumo final de la sustancia, haciendo que este círculo se repita de una manera constante y se convierta en una adicción.
    “Identificamos diferentes momentos en este círculo adictivo en los que podemos intervenir para poder romperlo y nos enfocamos en estudiar los mecanismos psicológicos. Hoy en día, existen tratamientos que toman en cuenta tanto la parte psicológica como la fisiológica; sin embargo hemos visto pacientes que, a pesar de haber tenido tratamientos exitosos, recaen al salir del ambiente terapéutico”, explica el Doctor Luis Jesús López Romero, del Centro Interdisciplinario de Ciencias de la Salud-IPN, líder de esta investigación. 
     El Doctor López Romero investiga los factores psicológicos de activación de los patrones de conducta que llevan a consumir una sustancia adictiva. “Para ello es importante investigar el craving, ya que es una experiencia subjetiva de deseo intenso por una sustancia o actividad que pueden llegar a ser adictivas”, menciona. 
     Según el Doctor López Romero, si se trata adicciones, desde un punto de vista conductual cognitivo, el craving es un factor muy importante porque al atacar esta parte del antojo se puede romper el círculo adictivo. “Planteamos hacerlo a través de técnicas de autocontrol, autoconocimiento y autodeterminación que se enfocan en la parte de los pensamientos y emociones que derivan en conductas, haciendo que se rompa este círculo adictivo y se controle de una manera consciente el deseo vehemente”.
     “Realizamos diferentes actividades como detección de pensamiento e identificación de señales contextuales, por ejemplo, si nos damos cuenta de manera consciente que hay ciertos aspectos del contexto de las personas o de las situaciones que disparan la adicción, podemos controlar nuestro deseo y guiarlo a otro lado”, menciona.
     El tratamiento que propone el Doctor López Romero es personalizado ya que en cada paciente se debe evaluar la cantidad y el tipo de sustancia que ingiere, con qué otra la combina, cuánto tiempo ha tenido la adicción, si tiene redes de apoyo y otros factores; dependiendo de ello se van realizando técnicas de autocontrol para manejar el craving en un contexto de vida normal y tener periodos más prolongados de abstinencia. 
     “Actualmente, estamos desarrollando una app que ayudará a controlar el craving”, concluye.

Los antibióticos, para cumplir con su función, se unen a otra molécula que forma parte de una función vital de un microorganismo; sin embargo, un fármaco debe diferenciar entre la molécula de la bacteria y las de los humanos; ribonucleasa p podría permitir hacer dicha diferencia.
     Investigadores del Instituto de Fisiología Celular-UNAM, dirigidos por el doctor Alfredo Torres Larios, estudian cómo ocurren los fenómenos de unión de macromoléculas como proteínas, ácidos nucleicos e, incluso, virus completos, a ligandos pequeños que puedan ser utilizados como fármacos.

     “Trabajamos con técnicas biofísicas como la cristalografía de rayos X, que nos ayuda a determinar la estructura tridimensional de macromoléculas y permite visualizar cómo y dónde está ocurriendo la adhesión de un fármaco a la molécula que nos interesa inhibir. Por ahora, estamos estudiando la molécula ribonucleasa p (una ribozima que procesa moléculas relacionadas con la síntesis de proteínas), que tiene diferencias importantes en los distintos dominios de la vida; al conocerla, podremos inhibir el crecimiento de algunas bacterias; también estamos haciendo ensayos de inhibición de actividad y del crecimiento de bacterias de manera específica. Sabemos que la bacteria muere porque estamos atacando la molécula que buscamos inhibir”, explica.
     Ahora, el equipo investigador trabaja con bacterias modelo como Escherichia coli, “tenemos ya resultados preliminares con otras bacterias patógenas como Staphylococcus aureus”, menciona.
     “Tenemos un inhibidor específico contra bacterias por el cual estamos iniciando el trámite de patente; queremos encontrar otros inhibidores atractivos para la industria farmacéutica y que puedan convertirse en fármacos más efectivos”, concluye.

Fue otorgada a Simón Barquera Cervera por sus aportaciones en el área de políticas y pro-gramas de nutrición, tras 17 años de trabajo en Instituto Nacional de Salud Pública. Sus líneas de investigación versan sobre obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.

Se encuentra en la UAM Unidad Cuajimalpa, sus áreas de estudio son robótica e inteligencia artificial; su objetivo: impulsar el desarrollo de herramientas útiles para entretenimiento, industria y hogar. Está abierto para alumnos y profesores.