La diferencia entre homosexuales y transexuales radica básicamente en la orientación sexual programada en su cerebro. Un homosexual siente atracción por personas de su propio género, pero no quiere transformarse de forma física en alguien del sexo opuesto; se identifica con su género y siente atracción por gente del mismo sexo, está satisfecho con su sexo de asignación y con sus características físicas.

El transexual, por el contrario, sufre cuando llega a la pubertad, pues al desarrollarse, se hace más evidente la contradicción existente entre su cerebro y el resto de su cuerpo.

La confusión que existe en la sociedad surge del hecho de que un transexual masculino, por ejemplo, se sienta atraído por un hombre. Sin embargo, si partimos de la base de que el centro de comando de todas nuestra funciones es el cerebro, nos explicamos el porqué de esa preferencia: se trata de una mujer con un cuerpo de hombre, que se fija en un hombre. Aunque también existen transexuales con preferencias homosexuales, es decir, con gustos de su mismo sexo central o cerebral; siguiendo el ejemplo, en este caso, el objeto de atracción sería una mujer.

Los transexuales, también denominados TS, son personas que se perciben como pertenecientes al sexo opuesto al de su apariencia corporal externa. Puede ser un varón que se perciba como mujer (MTF=masculino a femenino) o una mujer que se percibe como hombre (FTM=femenino a masculino). Las personas con esta condición tienen una percepción confusa y dolorosa de su situación desde que son niños, y eso puede ocurrir tan temprano como de tres a cinco años. Aprenden -casi al mismo tiempo que se dan cuenta de su condición transexual- que es conveniente esconder esa situación.

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