El psicoanálisis y sus múltiples derivaciones
No quiero pasar por alto la aparición en Pre-Textos de un librito bellamente editado, traducido del italiano por Mariano Maresca. Se titula El doctor Freud y los nervios del alma, apareció a fines de 2004 y está integrado por la sabia y entendida entrevista que la psicoanalista italiana Cecilia Albarella, autora también de la introducción, hace al filósofo Remo Bodei, catedrático de filosofía en la Escuela Normal Superior de Pisa . Entre ellos tocan sólo tres puntos, suficientes para afianzar la mancuerna filosofía-psicoanálisis. Están referidos a Psicoanálisis y sociedad, Relaciones entre filosofía y psicoanálisis y por último al puente entre hermenéutica y ciencia.
En su excelente introducción, Cecilia Albarella se refiere a esa incesante actividad de los críticos facciosos cuyos puntos y criterios resultan contradictorios porque “lo normal es que no tengan como base un conocimiento profundo del discurso psicoanalítico.
Hablar mucho, o incluso demasiado del psicoanálisis no parece contribuir a aclarar los problemas relativos a los modelos teóricos del funcionamiento mental y a los presupuestos de la psicoterapia psicoanalítica...” En realidad lo que sucede es que se crea un vacío.
Bodei, por su parte, repara en algo que resulta indispensable asumir por parte de quienes ejercemos actividades docentes. “A ninguno que tenga una cierta responsabilidad para con otros, le sirve de nada abdicar de la propia autoridad para ponerse al mismo nivel de incertidumbre, desorientación e inexperiencia de quienes provisionalmente (si se quiere) confían en él.
Cada uno de nosotros – bien porque desempeña un rol institucional, bien tan sólo por motivos particulares- debería tener el valor de hacer frente abiertamente a los más jóvenes sin camouflarse como colega y, al mismo tiempo, tener la sabiduría de aprender de aquellos que están dotados de antenas más sensibles...” Lo que equivale a poner en guardia, y con razón, a quienes en un afán de perpetua juventud se equiparan sin actitud crítica con sus briosos discípulos o seguidores.
También aclara, de manera contundente que el psicoanálisis no puede convertirse en “una especie de descarga de detritos psíquicos individuales...” por lo tanto la terapia psicoanalítica no es o no debe aspirar a convertirse en una válvula de escape de los sufrimientos, una praxis que tenga por objeto la mera evacuación del dolor.
Este librito, me puso de manifiesto la valía de la psicoanalista Albarella, su valentía y su profesionalismo, su capacidad como entrevistadora así como el pesimismo un tanto realista del filósofo Bodei. El abordó asimismo cuestiones relacionadas con multiplicidad de las sectas religiososas, y con el fundamentalismo y sus causas. No contiene una sola palabra sobre arte, y sin embargo es tal vez, de todas las publicaciones recientes que he leído sobre psicoanálisis, la que más me ayudó a encontrar una luz respecto a cuestiones a las que mi profesión me enfrenta: Tener la mente abierta , conocer teorías, observar in situ, son puntos indispensables, pero no por ello hay que aceptar a ojos cerrados el consumismo artístico y globalizado del que hace lustros somos testigos, pues todo aquello que aparentemente se propone como nuevo envejece con alarmante rapidez , en primer término porque lo nuevo no equivale a originalidad, palabra que debe entenderse en su acepción lingüística: “de origen”.
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