Ciencia en México


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Las proteínas son las moléculas encargadas de llevar a cabo las funciones del cuerpo, son tan pequeñas que para poder verlas se requiere más que un microscopio; una de las técnicas utilizada es la resonancia magnética nuclear, que permite estudiar la estructura, las interacciones y la dinámica de dichas proteínas.
     En el Laboratorio de Bioquímica y Resonancia Magnética Nuclear del Centro de Investigaciones Químicas, de la Universidad del Estado de Morelos, investigadores liderados por el Doctor Carlos Amero Tello, explica: “Estamos estudiando proteínas relacionadas con enfermedades de mal plegamiento; es decir, que, por alguna razón desconocida, dejan de tener su estructura tridimensional natural y entonces aparece algún tipo de enfermedad, como la amiloidosis primaria, las cataratas, Alzheimer, Parkinson o la enfermedad de las vacas locas; también estamos estudiando proteínas virales para entender cómo un virus ataca a las células humanas”.
     En particular, la enfermedad de amiloidosis primaria es un padecimiento incurable en el que están involucradas las proteínas de la inmunoglobulina ubicadas en la sangre, las cuales, por alguna razón desconocida, se despliegan y forman fibras amiloides y, debido a que se encuentran en el torrente sanguíneo, pueden ser acumuladas en cualquier parte del cuerpo, como el corazón, la lengua o el hígado, entre otros; el problema es que normalmente el órgano afectado deja de funcionar.
     Según el Doctor Amero Tello, las proteínas que forman las fibras amiloides comúnmente presentan ciertas mutaciones, por lo que en su laboratorio están estudiando cómo éstas se relacionan con la enfermedad: “Cuando hicimos los estudios para determinar su estructura tridimensional, vimos que no existe relación, pero al analizar su dinámica y comportamiento encontramos diferencias entre las que presentan mutaciones y las que no”. 
     El equipo también se encuentra buscando alguna molécula que retrase o inhiba la formación de fibras amiloides. “Encontramos que la molécula activa del té verde, el epigalato, reduce la formación de fibras in vitro, lo cual podría ser un punto de partida para el desarrollo de fármacos que ayuden al tratamiento contra la amiloidosis primaria”, concluye.
     Cabe destacar que, hasta el momento, no existe algún fármaco contra esta enfermedad.   

Por sus aportaciones en geometría combinatoria relacionadas con el teorema de Hall, fue otorgado al doctor Leonardo Ignacio Martínez Sandoval, egresado del Instituto de Matemáticas-UNAM.

En 2013, se hallaron cuatro restos óseos bajo una telese-cundaria en Michoacán, de seres humanos que pudieron haber vivido entre 647 y 768 d. C.; uno de los cuales mostraba un tratamiento muy parecido a una endodoncia, éste pudiera ser el procedimiento dental más antiguo en América.

En el Laboratorio de Hígado, Páncreas y Motilidad, de la Unidad de Medicina Experimental, de la Facultad de Medicina-UNAM, especialistas estudian biomateriales que podrían ser usados para favorecer la recuperación funcional y estructural de tejidos dañados, como los del hígado.
     “Los biomateriales se sintetizan en el Instituto de Investigaciones Materiales, a cargo de la Doctora María Cristina Piña, y son obtenidos de cóndilo de bovino (hueso de la vaca), de donde se extrae una matriz colagénica cuyas propiedades permiten que la regeneración o proliferación de las células sea posible”, explica la Doctora Gabriela Gutiérrez Reyes, líder de esta investigación.
     Estos biomateriales son como andamios que permiten a las células puedan avanzar, proliferar y volver a generar un fragmento de órgano o tejido, “lo que buscamos es la regeneración hepática, ya que las enfermedades del hígado son crónico degenerativas y, hasta ahora, lo único que existe para curarlas es el trasplante; sin embargo, hay una deficiencia en cuanto a la disponibilidad de órganos”, explica.
     “Hicimos experimentos con modelos animales, a los cuales les retiramos un fragmento de tejido hepático (aproximadamente un tercio del hígado), colocamos una placa del biomaterial y, después de quince días, observamos que donde se colocó el biomaterial, el hígado se veía completamente en su textura y color natural habiendo una proliferación celular. Estos resultados son muy buenos, por lo que continuaremos experimentando en animales más grandes, como los cerdos para, posteriormente, poder realizarlos en humanos”.
     El grupo de investigación también trabaja con células troncales mesenquimales (aquellas que se encuentran en la médula ósea), para enriquecer el biomaterial con el objetivo de que la regeneración hepática sea en un tiempo más corto.

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