Al preguntarle a la especialista en epidemiología y salud pública acerca de los alcances de su investigación, nos cuenta afable y sonriente: “La gota se ha estudiado profundamente en la parte de la eliminación renal; sin embargo la eliminación intestinal apenas está tomando auge. Nosotros queremos impactar, a largo plazo, con una terapia basada en probióticos o prebióticos, en alimentos que promuevan una microbiota sana, con bacterias capaces de eliminar el ácido úrico. Suena muy loco, pero… ¿No tomamos diario bacterias en el yogurt?, ¡son lactobacilos que nos ayudan a mantener nuestra salud!”.
     Por eso es que la entrevistada hace un especial hincapié en “quitarnos el paradigma de que las bacterias son malas y no nos sirven de nada; hay bacterias que son benéficas e, incluso necesitamos para sobrevivir”

Una de las razones por las que se estudia esta patología es por su aumento en frecuencia, dada la transición epidemiológica, que provoca que se incapaciten hombres (en su mayoría) entre los 40 y 60 años, que además “no son muy bien  portados como pacientes porque se sienten mejor y dejan el tratamiento; no hay un seguimiento adecuado”, comenta la Doctora Martínez. 
     La gota es considerada como una patología reumática en donde se presenta un estado previo de hiperuricemia (elevación de ácido úrico) que genera depósitos y forma cristales en las articulaciones. La investigadora explica que “nuestro sistema inmune monta una respuesta que conlleva inflamación, mucho dolor y en el ámbito clínico se le conoce como un ataque agudo de gota. Este dolor, describen, es muy fuerte e incapacita a la persona y no puede utilizar su articulación”. 
     A lo anterior, aclara que es normal tener cierto nivel de ácido úrico, pues funciona como antioxidante, pero que el problema de la elevación se da principalmente por la falta de eliminación de dicho ácido que puede ser por la orina o por vía fecal y es justo en este punto en el que interviene la microbiota.  
     “Las bacterias tienen un gen que en los humanos está silenciado, esta enzima es capaz de degradar el ácido úrico a un compuesto mucho más soluble; nosotros sostenemos la hipótesis de que ciertas bacterias que tienen esta enzima ayudan a eliminar por vía fecal el ácido úrico; pero hay personas que tienen una flora intestinal en donde puede ser que predominen bacterias que no cuenten con esa enzima para la eliminación por vía fecal y entonces serían propensas a desarrollar un ataque agudo de gota”, expone la entrevistada

Una de las razones por las que Gabriela se inclinó, después de estudiar ciencias genómicas, hacia la investigación profunda en salud pública y enfermedades infecciosas fue su necesidad de que el conocimiento tuviera una traslación hacia el tratamiento. “Lo que queremos es ver en un futuro lejano que los clínicos de nuestro país puedan diagnosticar, tener control de los pacientes, incluso desde lo que comen o lo que les afecta”. 
     El llamado es a los futuros investigadores y se centra en la necesidad de romper paradigmas e impactar la población con los avances científicos: “es bueno tener curiosidad, es maravilloso, pero no sirve de nada si no se traslada, si no se comparte y al final todos vivimos en un México que queremos que sea mejor, no sólo en el área de la salud sino en todos los aspectos. Yo decidí quedarme en México porque yo veo el problema aquí, hay mucho qué hacer y utilizar en esta población”, comenta esperanzada la Maestra en Ciencias de la Salud y Epidemiología Clínica.

Por otra parte, Martínez Nava plantea la importancia de ver la gota como una enfermedad multifactorial, “debería ser abordada desde varias perspectivas, como pasa con la obesidad, que la tratan nutriólogos, psicólogos, todo un campo de especialistas”. Sin embargo, enfatiza en que el cambio tendrá que venir no sólo desde los investigadores ni de los clínicos sino también de la sociedad; “que se haga consciente de la importancia en la prevención y en que nuestra salud es nuestra responsabilidad. Apoderarnos de nuestra salud y no esperar hasta sentirnos mal”

Gabriela es una joven científica que al llegar a su casa puede, como dice ella, “parecer abuelita” y entonces tomar sus agujas, gancho o aguja para tejer, coser, bordar o hacer manualidades para relajarse. Otras veces Gaby opta por la lectura de un buen thriller o ver una buena película. Pero hay algo que la apasiona tanto como la investigación: los videojuegos, “me encantan los de rol, de peleas o carreras”, concluye con una risa cómplice y contagiosa. 

• Licenciada en Ciencias Genómicas (UNAM). Maestra en Ciencias de la Salud - Epidemiología  Clínica y Doctora en Ciencias en Salud Pública – Enfermedades Infeccionas (Instituto Nacional de Salud Pública).
• Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel 1.
• Cuenta con más de una decena de publicaciones.
• Ha participado dictando conferencias en congresos nacionales e internacionales.
• Como docente ha dictado conferencias y clases en el Instituto Nacional de Salud Pública, Instituto Tecnológico de Zacatepec, Instituto de Investigaciones Biomédicas- UNAM y Universidad de las Américas, Puebla.