Rosario Tapia relata que, en 1979, al término de la subespecialización en Fertilidad humana, “me di cuenta de la falta de conocimiento sobre los hombres en esta materia”. En ese año, el Instituto Mexicano del Seguro Social la becó para estudiar andrología en la Universidad Estatal Wayne. “Tampoco había un curso formalizado allá, así que trabajé con un urólogo, en laboratorio de patología, en microscopía electrónica, en el departamento de microcirugía y en investigación. Al regresar a México, cuando me contrató el IMSS, el primer problema fue que no había plaza para andrólogo; ahí se creó la primera base”. 
     En 1984, en el Hospital de Especialidades del Centro Médico se abrió una sección de andrología, dentro del departamento de urología; la única que atendía era la Doctora Tapia, y comparte: “fue en ese momento cuando completé mi entrenamiento, porque venía yo con mucha ciencia, ¡pero ver pacientes era otra cosa!”. 
     En 1992 se fundó el Instituto de Medicina Reproductiva y la investigación sobre los padecimientos del varón evolucionó, de sólo tratar pacientes por problemas de infertilidad a estudiar la disfunción sexual y todos los factores etiológicos en el varón; “en los últimos años de mi trabajo en el Instituto me aboqué al estudio de la andropausia, conocida ahora como deficiencia tardía del andrógeno”, explica la especialista.
     En el Diplomado en Andrología, al que asistieron médicos nacionales y extranjeros, “se fortaleció la importancia de ver al paciente varón con un criterio establecido y hacer una exploración completa, un estudio integral”, comenta la doctora.

El primer gran avance en patología se dio gracias a la endocrinología reproductiva; “estudiamos el gameto, lo conocemos ultraestructuralmente y sabemos su comportamiento, incluso desde el punto de vista genético, lo que permite detectar alteraciones y prevenir riesgos antes de la fecundación”, explica Tapia Serrano. 
     Una herramienta que transformó el diagnóstico fue el ultrasonido, escrotal y trasrectal; “con esta tecnología se detecta patología testicular y de los conductos, podemos saber si están inflamados, obstruidos, si tienen malformaciones congénitas o son obstrucciones secundarias”, plantea la entrevistada.
     “Lo que revolucionó los problemas reproductivos secundarios en factor masculino fue un procedimiento que consiste en la micromanipulación del espermatozoide, para seleccionarlo, y luego inyectarlo al citoplasma. Con la inyección intracitoplasmática se observa la evolución del espermatozoide y, si sus divisiones son adecuadas, se implanta”.

Las causas más frecuentes se presentan en el siguiente orden: inflamatorias, básicamente de los conductos; infecciosas; várices en el escroto (varicocele), y alteraciones endócrinas. Le siguen causas obstructivas y genéticas. Setenta por ciento de la población presenta los primeros padecimientos.
     Se han realizado estudios específicos con pacientes que presentan diversas enfermedades (sistémicas, degenerativas, congénitas, crónicas) y se sabe que impactan en la función testicular, en la función hormonal.

La andrología también estudia las causas de disfunción sexual en el varón. En México, 53% de la población de hombres mayores de 40 años padece este tipo de disfunción.
     En el caso de la andropausia, 38% de los varones estudiados presentó deficiencia de andrógenos. La investigación y sus resultados brindaron la posibilidad “de aprender que hay signos a los que ni siquiera les prestábamos atención. A las señales en funciones sexuales las acompañan síntomas somáticos o psicológicos posibles de detectar y si éstos se perciben, se les ofrece a los pacientes una terapia de sustitución con testosterona y control cada seis meses; de esta forma mejoran mucho los pacientes”, sugiere Tapia.

“El primer reto es la concientización de que al varón hay que estudiarlo integralmente y que, en todas las áreas, el paciente puede tener repercusiones en reproducción. El segundo es que hay que tener cuidado con los grupos en reproducción asistida, porque creen que los andrólogos estamos en extinción y toman como única solución la inyección de espermas en el óvulo. El tercer punto es estudiar qué está pasando y qué va a pasar con los productos (bebés) que se gestaron en laboratorios; considero que nos toca actuar con prudencia, con bases científicas y éticas”, explica la doctora.

     La Doctora Tapia concluye invitando a los varones, sobre todo mayores de 50 años, para que se hagan estudios de detección, para prolongar sus funciones óptimas.

Rosario es una mujer que busca su propio arquetipo femenino, a través de comprender el mundo de lo masculino; en el camino encontró la andrología. 
     En este sendero los libros son compañeros. “Me apasiona leer textos de corte femenino, no feminista, porque creo que tenemos un lenguaje diferente”.
     Un buen momento de yoga es clave para mantenerle esa hermosa y gran sonrisa en el rostro.

• Médico en Ginecología y Obstetricia.
• Subespecialidad en Biología de la reproducción y en Andrología, Wayne State University.
• Fundadora y jefa de la Sección de Andrología del Centro Médico Nacional Siglo XXI.
• Fundadora  del Instituto de Medicina Reproductiva y Andrología.
• Médico en la Clínica de reproducción asistida HISPAREP, en el Hospital Español.