La circulación de la sangre. 

La revolucionaria idea de William Harvey


La circulación de la sangre. 
La revolucionaria idea de William Harvey
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En pleno siglo XXI, saber que nuestra sangre circula gracias al corazón, venas, arterias y vasos capilares es un conocimiento básico; aun cuando no seamos médicos ni especialistas, todos pasamos por esta clase alguna vez en la vida académica. 
     Pero no siempre ha sido así, la sangre y el corazón han sido sujetos a una larga e interesante historia que no sólo modificó la forma de ver el cuerpo humano, sino la relación social, económica y filosófica del ser.
     Imposible hablar de William Harvey sin relacionar “la idea con el hombre”, dice en las primeras páginas de esta biografía Thomas Wright, publicada como homenaje por el 359 aniversario luctuoso de quien fuera el médico, filósofo naturalista y maestro de tantos que vinieron después.
     En el siglo XVII, fue Harvey un revolucionario. Desde su más corta edad y hasta sus últimos años destinó su sensibilidad e intelecto a confirmar que superaría hasta a los más grandes: Aristóteles, Galeno, Fabricio, Colombo, Hoffman, Bacon, a través de la observación, la experimentación, pero también de un elemento clave: el manejo del discurso y el lenguaje. De ahí que en este texto podremos encontrar cómo es que el concepto circulación comienza a utilizarse después de la publicación de los trabajos de Harvey.
     Si el lector se interesa por la vida y obra de un personaje, cuyas ideas fueron en gran medida semilla para la transformación del pensamiento científico actual —además de ser uno de los últimos en vivir la filosofía naturalista antes del mecanicismo— lo invito a revisar las páginas de La circulación de la sangre. La revolucionaria idea de William Harvey. 

Thomas Wright. La circulación de la sangre.
La revolucionaria idea de William Harvey.
México, FCE, 2016.

     En menos de diez minutos se encontrará sentado cómodamente envuelto por la narrativa con la que el autor entreteje anécdotas, experiencias académicas, la evolución de las teorías del médico inglés, sus debates frente a los grandes y su constante lucha por hacerse escuchar por sus iguales.
     Al término de cada capítulo o ensayo, el autor asienta una guía de referencias bibliográficas para sustentar lo narrado. 
     Aquí puede haber más sangre que en una película de Tarantino y más contexto social, económico, antropológico, histórico, filosófico y cultural que en la biografía de los grandes clásicos. A cada vuelta de página el lector descubre nuevas situaciones, hace conclusiones, se emociona o genera en su imaginación las escenas de las vivisecciones. Desde el “prólogo” se nos advierte que es imposible separar la vida del hombre de la del científico y mucho menos del contexto en el que se vivía en el mundo.
     ¿Por qué los barberos tenían fama de hacer sangrías para curar a los enfermos?¿Por qué Harvey fue desterrado cuando logró comprobar que había un movimiento circular de la sangre? ¿Por qué el corazón dejó de ser metáfora? Habrá que llegar al final de esta historia.
     Si vale decir, ahora entiendo por qué mi abuelo fue un hematólogo tan comprometido con la investigación y sus pacientes. En homenaje a mi “vampiro favorito”, le dedico esta reseña. 

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