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CIENCIA Y DESARROLLO, AGOSTO DE 2010

Entrevista

 LESLEY JOSELYN RODRÍGUEZ POMPA

OBESIDAD Y ACTIVIDAD CEREBRAL

En México, 52.2 millones de mexicanos sufren de obesidad, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, por lo que nuestro país ha sido ubicado en el segundo lugar por su mayor índice de obesidad en personas adultas, y el número uno en obesidad infantil, en el mundo.

La obesidad es una enfermedad con fuertes bases biológicas y no un problema de fuerza de voluntad o disciplina", menciona el doctor Luis Téllez, investigador del Laboratorio de Neurología del Apetito del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav). Dicha enfermedad posee un origen multifactorial en el cual juegan un papel importante la genética, el metabolismo y el cerebro.

Algunos de los componentes biológicos de la obesidad y el sobrepeso son genéticos; existen variaciones genéticas individuales que modulan cuánta energía consume, gasta y almacena en forma de grasa una persona; por ejemplo, individuos con una variante FTO –un gen vinculado a la obesidad, el cual inhibe la sensación de saciedad– presentan, en promedio, 3 kg más de peso, comen más y tienen casi el doble de probabilidad de desarrollar obesidad que quienes no poseen la variación de dicho gen.

Además del sustrato biológico de esta enfermedad, otros factores importantes para su desarrollo son: el ambiente, la percepción de sabores y preferencia por los alimentos ricos en grasas y carbohidratos, así como la regulación de la conducta, campo 14 CIENCIA Y DESARROLLO » agosto 2010 en el que la neurobiología del apetito cobra vital importancia, pues permite entender cómo se modula y modifica la ingesta de alimentos en una persona.

En el caso de la percepción, gracias a investigaciones recientes realizadas en el Cinvestav, "se sabe que los individuos obesos tienen una menor percepción del sabor dulce y una mayor predilección o preferencia por la comida de dicho sabor, lo cual indica la existencia de una relación inversamente proporcional entre el índice de masa corporal y la capacidad para percibir lo dulce", indicó el doctor Téllez.

El desarrollo de la obesidad está acoplado al deterioro progresivo en el sistema neuronal de recompensa relacionado con una disminución en el número de receptores dopaminérgicos D2 en el cerebro, los cuales podrían ser responsables de que los sujetos obesos coman de más.

Estas evidencias indican la importancia que tiene en la regulación de la conducta de ingesta el cerebro, el cual está en constante intercomunicación con el resto del cuerpo y, de alguna manera –aunque todavía no se conocen con exactitud cuáles son los mecanismos–, es consciente de cuál es el estado metabólico del individuo; es decir, cuáles son sus necesidades energéticas, si ha comido, si no ha comido, si tiene hambre, cómo comer y cuándo dejar de hacerlo.

El doctor Luis Téllez hace hincapié en que "el ciclo hambre-saciedad se basa en una multitud de factores que van desde la percepción del balance energético, el sabor y el valor hedónico (gustación del sabor) de los alimentos, hasta factores sociales". Toda esta información es procesada e integrada por varias regiones cerebrales intrínsecamente interconectadas, que trabajan de forma co-ordenada formando una red neuronal que modula la conducta de alimentación.

Actualmente, se conocen más de una decena de hormonas y péptidos, y varios neurotransmisores relacionados con el control del apetito han sido identificados.

Algunas de las hormonas y de los péptidos liberados por el sistema gastrointestinal son: el péptido YY (PYY) –producido en el estómago–, la colecistoquinina (CCK) –producida en el intestino delgado–; el polipéptido pancreático, la amilina, el glucagón y la insulina –producidos por el páncreas-.

Por ejemplo, "en el ayuno y en la restricción energética (una dieta) se incrementan los niveles de ghrelina, un péptido sintetizado principalmente en el estómago, que induce hambre. En estas mismas condiciones, los bajos niveles de glucosa en sangre también se traducen en una sensación de hambre.

Por otra parte, una vez que se ingiere alimento, el sistema gastrointestinal libera una serie de hormonas y péptidos [a partir de lo cual], se origina una distensión del estómago y los intestinos, los cuales envían una señal al cerebro, que éste traduce en saciedad".

Es posible que el cerebro nos haga comer de más, incluso generar en la persona una atracción por alimentos que propicien el sobrepeso y la obesidad, afirmó el doctor Téllez. Al mirar fotografías de alimentos apetitosos se activa la corteza orbitofrontal del cerebro; estructura que presenta una mayor actividad en sujetos a quienes cuesta trabajo seguir una dieta.

El equipo de investigación del doctor Luis Téllez, dirigido por el doctor Ranier Gutiérrez, está interesado en las bases biológicas de la conducta de ingesta y las señales cerebrales (electrofisiológicas y neuroquímicas) que regulan las sensaciones de hambre y saciedad. Para ello utilizan, simultáneamente, en el Laboratorio de Neurobiología del Apetito, dos técnicas: registros multi-electrodos y microdiálisis; la primera permite monitorear la actividad eléctrica de neuronas individuales, mientras que la segunda facilita el monitoreo de la liberación de neurotransmisores.

Este equipo ha realizado experimentos con ratas en libre movimiento, en sesiones en las que los roedores pueden decidir libre y voluntariamente cuándo

y cuánto comer; incluso, realizar más de un periodo de alimentación, lo cual ha permitido al doctor Téllez estudiar la conducta natural de ingesta a través del seguimiento del comportamiento que los animales despliegan a lo largo de la sesión, así como la actividad eléctrica y la liberación de neurotransmisores en ciertos núcleos cerebrales.

En dichasinvestigaciones se podría encontrar la respuesta a cómo es codificada la sensación de saciedad, ya sea inducida por alimento o por hormonas y péptidos gástricos en el cerebro, además de identificar los posibles cambios que induce la obesidad en su funcionamiento del mismo.

Las personas con sobrepesoy obesidad tratan de ganar una batalla difícil en la que parece no bastar una dieta saludable y su fuerza de voluntad para adelgazar y llevar una vida sana. Abatir el problema de la obesidad requiere, fundamentalmente, entender las bases neuronales y las variaciones genéticas que predisponen a una persona obesa a una desregulación en la conducta de ingesta.

Entrevista

LUIS A. TÉLLEZ

Doctor en ciencias bioquímicas por la Facultad de Medicina-UNAM.

En 2009 fue reconocido como Young Scientist Program Fellowship of 21st IUBMB International Congress of Biochemistry and Molecular Biology.

Actualmente, realiza una estancia posdoctoral en el Departamento de Farmacología, en el CINVESTAV-IPN.

Foto: Miguel Ángel Valle

 

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