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ABRIL DE 2007
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Rafael J. SalÍn Pascual

OBESIDAD, ¿CONSECUENCIA DE UNA ADICCIÓN?

No sé porque estoy gordo, ¡si casi no como!

Cualquier médico escucha esta expresión cuando interroga a un paciente con obesidad y quiere saber por qué se dejó llegar a tales dimensiones. En un principio, pensé que se trataba de una especie de negación o, incluso, un poco de cinismo. Pero al revisar a más pacientes y leer más al respecto, me di cuenta de que efectivamente, los obesos tienden a minimizar lo que comen por un defecto en la cognición (darse cuenta de) relacionado con la imagen que cada quien tiene de sí mismo, y no es necesariamente compartida por los demás).

Esta situación se conoce como distorsión cognitiva y ocurre no sólo en el obeso: el insomne exagera en el número de horas que duerme, en tanto que el drogadicto minimiza las pastillas ingeridas y el alcohólico las copas que ha bebido. Si se pide al obeso llevar una especie de diario y registrar los alimentos consumidos, anotando la hora a la que los come, el sitio en el que lo hace y el sentimiento experimentado mientras está comiendo, el primer sorprendido resulta ser él mismo al percatarse del número de veces que se sirve el mismo guisado, de los litros de refresco consumidos, de las tortillas, tacos, tostadas y tamales (la famosa vitamina "T"). entre muchas otras cosas.

¿Es la obesidad un tipo de adicción?

En un sentido estricto, la obesidad no es una adicción, pero sí comparte muchos aspectos con este tipo de enfermedad en la cual el organismo depende de una sustancia extraña, lo que deriva en conductas específicas como almacenar la comida, tener cajones llenos de golosinas, o bien esconderlas debajo de la cama, en el buró de noche, el clóset, el automóvil, la oficina... Todos los sitios en los que frecuenta el obeso están llenos de alimentos. Otro ejemplo de la relación entre adicción a las drogas y obesidad son los atracones, es decir, comer en un periodo relativamente corto de tiempo grandes cantidades de comida, lo que se presenta a menudo después de lapsos de ayuno o de dieta.

La principal diferencia con la bulimia (donde también hay atracones) es que en ésta hay una conducta compensadora: las pacientes vomitan, usan purgantes o hacen ejercicios de manera compulsiva. Los atracones en el ayunante se parecen mucho a los episodios de dipsomanía de algunos alcohólicos, en donde una vez que se ponen en contacto con las bebidas alcohólicas no pueden parar hasta que se les acaba el dinero o están con un problema de salud serio. Lo mismo sucede con los que consumen cocaína.

Al igual que el adicto a las sustancias, el obeso tiene una conducta de búsqueda de cierta comida, aquélla con muchas calorías, como carbohidratos (dulces, pasteles, helados, refrescos) y grasas (todas las frituras de la comida chatarra). Este tipo de alimentos tiene un efecto placentero que refuerza la conducta, una y otra vez.

Algunos medicamentos usados para combatir la obesidad tratan de corregir la señal débil de la saciedad, como el caso de la sibutramina, o como el bupropión para disminuir la apetencia.

 

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