La reflexión sobre el ser corpóreo de los humanos ha ocupado y preocupado a varias de nuestras generaciones antecedentes y, en no pocos casos, sus conclusiones han llevado a desarticular aspectos inseparables. La dualidad mente-cuerpo no debiera verse como dos instancias independientes y ajenas entre sí.
Desde las ideas heredadas del occidente europeo, encontramos que la tradición de la Grecia antigua ya ofrecía tres opciones de naturaleza humana, donde el cuerpo ocupaba diferentes lugares: experiencia sensible, idea y conjunción de ambas.