Propuesta de la dualidad mente-cuerpo

Al optar por la experiencia sensible, nos volvemos cuerpos que se definen por la necesidad y la satisfacción. En cambio, cuando se privilegia la idea, nos ubicamos en un dualismo en el cual el cuerpo, igualado a los sentidos, es el engaño, la pluralidad que busca borrar las singularidades. Finalmente, al tomar como base mundo sensible e idea, enfrentamos una noción más compleja de nuestro ser. Aunque esta última opción es la más afortunada por su riqueza explicativa, no ha sido la más socorrida.

La historia de la noción de cuerpo se ha convertido en una lucha entre empirismos e idealismos que se muestran excluyentes. Se habla de sensualidad sin ir más allá de lo sentido en ese instante. Por otro lado, se ha sobreestimado la existencia del pensamiento, pues mediante él podemos rebasar el presente y lo particular.

Al revisar las ideas del siglo XX, es posible apreciar la importancia que sigue teniendo la propuesta cartesiana mente-cuerpo, no obstante que después de Descartes se han elaborado acepciones de lo humano en las cuales tal distinción se considera absurda. Ya Schopenhauer decía que no había necesidad de hablar de dos sustancias, diferenciando el cuerpo del pensamiento, pues este último es una función del cerebro, el cual forma parte del cuerpo.

El tan discutido dualismo cartesiano se vio favorecido gracias a la cultura de las sociedades industrializadas que explotaron el concepto mecánico del organismo humano, presentando como hecho banal nuestra calidad de seres pensantes, lo cual resulta una ironía del cartesianismo pues, aun cuando propone tal dualidad, privilegia la razón.