El plomo y sus efectos en la salud


El plomo y sus efectos en la salud
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El plomo es un metal pesado con propiedades importantes para
la industria y varios usos comunes en la vida cotidiana, como artículos
de plomería, pinturas, baterías, soldaduras, o en refinerías…
     Desafortunadamente, algunas de estas industrias desechan sus residuos tóxicos al medio ambiente, sin tratamiento previo; así, metales —entre ellos, el plomo— son liberados a la atmósfera y respirados por personas, animales y plantas expuestos. De la misma manera, estos desechos llegan al agua y, a través de su consumo, los seres que están en contacto con ella corren peligro de ser intoxicados.

La contaminación por plomo es un problema global que vemos en la industria minera, en la producción de cemento o de baterías y pinturas, entre otros objetos, todos ellos, productos que arrojan plomo en aguas residuales o lo liberan en forma de vapores. Diversos esfuerzos se han llevado a cabo para disminuir la exposición a este metal, al prohibir su uso en ciertas aplicaciones; por ejemplo, desde 1998, la gasolina ya no contiene plomo, lo que redujo la contaminación por este elemento en las ciudades; sin embargo, es importante destacar que el peligro entre la población que vive muy cerca de las zonas industriales sigue siendo alto.
     Otras fuentes de exposición al plomo son juguetes, joyería de fantasía, cosméticos, cristal cortado y loza vidriada con alto contenido de plomo. 

El plomo se encuentra en el suelo, el agua y en el aire, en grandes concentraciones, cerca de zonas industriales y mineras. Si existen cultivos de cereales, frutas o verduras, el consumo de estos alimentos es una forma de exposición al plomo. El respirar aire contaminado con partículas de plomo es otra forma de absorberlo.
     Se ha reportado que algunos cosméticos, como labiales o sombras, contienen pinturas con plomo que entra en contacto directo con la piel y tejidos; en tal caso, el plomo pasa de la piel a la sangre y se distribuye por todo el cuerpo, causando diversos efectos nocivos, como hipertensión, anemia y daño renal.
     La eliminación natural del plomo en el cuerpo ocurre de manera lenta, por lo que los residuos pueden acumularse, por ejemplo, en los huesos —el principal lugar de almacenamiento—, donde puede permanecer por más de 15 años. En este depósito se concentran niveles elevados de plomo que llegan a la sangre, de donde el contaminante se libera continuamente. Ejemplo de esto ocurre durante el embarazo, ya que el bebé, en búsqueda de calcio, absorbe lo que el cuerpo de la madre está dejando libre y, si esto es plomo, lo ocupará en lugar de calcio: el daño neurológico puede ser el resultado, entre otros problemas.

Desde 1998, la gasolina ya no contiene plomo, lo que redujo la contaminación por este elemento en las ciudades.

     La exposición prolongada al plomo, en esta etapa del desarrollo, provoca alteraciones tales como: disminución en la maduración del sistema nervioso central (la cual ocurre durante los dos primeros años de vida). También afecta la formación de los huesos, lo que conduce a su fragilidad.
     Los efectos negativos en la salud, debido a este contaminante, son especialmente graves en los niños, en quienes suele provocar retraso mental y deficiencia en el crecimiento. El cerebro adulto está menos expuesto a los efectos tóxicos del plomo, gracias a su madurez.
     En los adultos, el plomo produce efectos negativos, principalmente, en el riñón, órgano de gran importancia, por medio del cual el cuerpo elimina el plomo; pero, su constante exposición provoca acumulación en los riñones, además de daño en el ADN. Estudios llevados a cabo en ratas demuestran que el cáncer más común debido a intoxicación por plomo ocurre en los riñones.1

La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC; siglas en inglés)2 ha clasificado tanto como los compuestos orgánicos, como los inorgánicos del plomo como probables carcinógenos humanos. Uno de los mecanismos por el cual se produce daño es mediante el desplazamiento de calcio y zinc por plomo en algunas proteínas.
     Las proteínas requieren metales para adquirir una forma que les permita realizar sus funciones; por ejemplo, la hemoglobina necesita asumir una forma especial, la cual logra adquirir a partir del fierro (metal que se encuentra contenido en contiene la hemoglobina), para poder captar oxígeno; pero, si entra plomo en lugar de fierro, la proteína no adopta la forma adecuada para su función biológica. Por otro lado, el nitrato de plomo y el acetato de plomo inducen daño en las células a partir de otros mecanismos, como el estrés oxidativo (estado en el que aumenta la concentración de radicales libres y disminuyen las defensas antioxidantes) y favoreciendo la ruptura de las cadenas del ácido desoxirribonucleico (ADN), que es el sitio donde se localiza el material genético.
     Los daños al ADN se producen, principalmente, por medio de dos mecanismos: la inhibición de la reparación del ADN y el exceso de radicales libres. Éstos son átomos o moléculas muy reactivos, pues tienen un electrón libre en su capa más externa, por lo tanto, reaccionan con facilidad. Estos radicales libres inter-accionan con el ADN, causando rupturas y alteraciones en su estructura, lo cual afecta a la célula.3
     Se sabe que la exposición al plomo inhibe los mecanismos naturales de reparación del material genético, lo cual resulta sumamente dañino, pues el ADN está sometido a roturas y alteraciones constantes; sin embargo, proteínas específicas se encargan de repararlas en sus cadenas, al volver a unirlas o sustituir las bases faltantes. Pero los altos niveles de plomo pueden anular tales mecanismos de reparación de daños en el ADN y, en casos extremos, el perjuicio es tan importante que la célula muere por apoptosis (muerte celular programada por ella misma) o se vuelve cancerosa.

En personas expuestas al plomo en su fuente de trabajo, la concentración de plomo en sangre puede superar en más de ocho veces la concentración presente en los individuos sin exposición constante. Estudios epidemiológicos4 han demostrado que en estas personas existe una mayor incidencia de cáncer de riñón, pulmón, estómago e, incluso, cerebral. De hecho, la presencia de plomo como causante del cáncer es especialmente importante en el cáncer de riñón.
     En los niños, la principal fuente de exposición al plomo se encuentra en los enseres de cerámica en los que se les prepara los alimentos o, incluso, en algunos juguetes, lo que llega a provocarles los trastornos mencionados.

Cuando, en una población infantil, se detecta la concentración de plomo en sangre, mayor a 10 μg/100 ml y, en la población no expuesta, supera los 45 μg/100 ml, se debe informar a las familias sobre los riesgos de exposición ambiental al plomo, promover y fomentar buenos hábitos higiénicos y alimenticios y, de requerirse, llevar a cabo tratamientos para la desintoxicación con un agente químico llamado quelante (compuesto que atrapa el plomo del organismo y facilita su excreción). El tratamiento de rutina se prepara con el ácido 2,3-dimercaptosuccínico (DMSA), que funciona como quelante oral. En casos de intoxicación aguda, se usa el ácido etilendiamino tetracético disódico cálcico (EDTANa2Ca), como quelante intravenoso, junto con el compuesto dimercaprol.
     El uso de DMSA puede ocasionar aumento en la liberación de enzimas hepáticas y reacciones en la piel que cesan al suspenderse la administración del fármaco. En cambio, el tratamiento con EDTANa2Ca puede producir pérdida de calcio y falla en los riñones, lo cual puede ser mortal, por lo que, si el profesional a cargo decide utilizarlo, es indispensable vigilar cercanamente a los pacientes.
     En nuestro grupo de trabajo nos hemos enfocado a estudiar la melatonina y la silimarina, como alternativa de tratamiento, en ratas intoxicadas por plomo y hemos encontrado que ambas sustancias disminuyen el efecto tóxico de éste.

Cardo Mariano

Melatonina   

Esta fantástica hormona es producida por nuestro cuerpo a través de la glándula pineal y tiene diversas funciones, como activar o inhibir la respuesta inmune, regular la inflamación y ejercer una acción protectora en riñones e hígado contra los efectos tóxicos del plomo.5 La melatonina también puede proteger contra los efectos de arsénico, cadmio y mercurio, al reducir el estrés oxidativo inducido por dichos metales. Esto demuestra que, además de los quelantes, una hormona como la melatonina, producida por el organismo, puede ayudar en caso de una intoxicación causada por la exposición a metales pesados.5 Así pues, además de los quelantes, otros compuestos, como la melatonina y la silimarina, han sido identificados como apoyo para proteger el organismo de los efectos de metales tóxicos.

Silimarina   

Éste es otro compuesto con un posible efecto protector, que se extrae de la planta comúnmente conocida como cardo mariano, y se utiliza clínicamente para el tratamiento de trastornos hepáticos agudos y crónicos.    
     Además de causar un efecto protector en el hígado, a esta planta se han atribuido propiedades antioxidantes, al reconocer su acción protectora del ADN, además de actuar contra el daño producido por el plomo ubicado en el ámbito renal.6

El plomo, hoy día, representa un problema, ya que el pobre e ineficiente control de residuos, de una parte importante de las industrias, provoca la liberación de este contaminante al medio ambiente, ocasionando daños graves en las personas; particularmente, en los niños. Debido a todo lo anterior, es importante difundir la información sobre los efectos tóxicos del plomo para reducir consecuencias graves que son prevenibles, además de continuar la investigación, tanto para encontrar mecanismos que los inhiban, como para ayudar a quienes ya han sido alcanzados por tales efectos.  

Dulce Carolina Ruíz Ramírez

Es estudiante del séptimo semestre de la licenciatura en Químico Farmacéutico Biológico, activa en el área de investigación, en la Universidad de Guanajuato.

Alejandro Raúl Antaño Martínez

Es estudiante de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Querétaro, activo en el área de investigación.

Yolanda Alcaraz Contreras

Es Químico Farmacéutico Biológico, doctorada en la Universidad Autónoma de Monterrey. Es candidata a miembro del SNI y profesora en el Departamento de Farmacia - Universidad
de Guanajuato.

Guillermo E. Leo Amador

Es médico y profesor de la Facultad de Medicina en la Universidad Autónoma de Querétaro y miembro del SNI (I).

Juvencio Robles García

Es Químico, doctorado por la University of North Carolina- Chapel Hill, EUA. Profesor Titular en el Departamento de Farmacia, en la Universidad de Guanajuato y miembro del SNI (III).

Minerva Martínez Alfaro

Es médico, con doctorado por la Universidad de Claude Bernard de Lyon, Francia. Profesora en el Departamento de Farmacia, de la Universidad de Guanajuato y miembro del SNI (I).

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