Uno de los riesgos de internet que ha llamado la atención de quienes estamos relacionados con el sistema educativo, es el maltrato entre iguales; es decir, las agresiones entre el alumnado, pues ahora no sólo ocurre en la escuela, sino que navega del aula al ciberespacio y encalla en las redes sociales, provocando el sufrimiento de los estudiantes y el desasosiego de la sociedad por las consecuencias, en ocasiones, funestas.
Esto es grave, ya que tanto jóvenes como adolescentes tienen especial afinidad e interés hacia el uso de dispositivos y plataformas en los que la comunicación digital está presente.1 Para los jóvenes de la llamada generación millenialsI y la floreciente generación Z,II el uso de la tecnología de internet es irrenunciable, ya que sin ésta quedan aislados de sus círculos de amistad y sin posibilidades de acceder a las actividades de ocio que la red ofrece.2
Por otro lado, el maltrato en las redes, conocido como cyberbullying o “acoso en línea”, al ser considerado un tipo de acoso indirecto —es decir: maltrato entre iguales, en este caso, estudiantes—, se origina en el aula y es continuado en las redes sociales o viceversa.

El acoso en línea engendra un daño psicológico de alto impacto, pues, a diferencia del maltrato presencial en el cual el agresor resulta fácil de identificar, en la modalidad de “violencia en la red”, la mayoría de las veces, la víctima no sabe a quién se enfrenta y lucha contra una especie de fantasma que le hace perder la cordura, llevándola, en casos graves, a pensar en o cometer suicidio.
Smith3 define el cyberbullying como una agresión intencional por parte de un grupo o un individuo, mediante formas electrónicas de contacto, en repetidas veces, a una o varias víctimas que no puede(n) defenderse fácilmente por sí misma(s).
Willard —citado por Calmaestra—4 señala que el acoso puede presentarse mediante mensajes de texto desagradables o dañinos, recibidos por el teléfono móvil; a través de fotografías o videos realizados con las cámaras de los teléfonos móviles para, posteriormente, ser enviados a la víctima o usados para amenazarla con subirlas a la red.
Suele haber cyberbullying mediante llamadas telefónicas acosadoras o envío de correos electrónicos con la misma intención, así como de mensajes desagradables o amenazantes, ya sea de voz o escritos. En ocasiones, la víctima es difamada, mediante el hecho de colgar información personal o íntima para ridiculizarla ante los demás en páginas web, que pueden ser foros, redes sociales o páginas de intercambios de archivo como youtube o flickr.
Por supuesto, en la red también hay suplantación de personas o robo de identidad cuando una persona se hace pasar por otra o usa su teléfono para increpar a los amigos de la víctima—, con lo cual daña su reputación y deteriora sus amistades; pues, quienes reciben el mensaje creen que lo está enviando la víctima y pueden romper su amistad con ella.
El maltrato también está presente en el hecho de excluir a alguien de un grupo on-line de forma deliberada y cruel para, después, ignorar sus mensajes y discriminarlo(a). Actualmente, es frecuente que personas tomen fotos y videos —sin el consentimiento de quienes en estas imágenes aparecen— para convertirlos en los llamados “memes” que, encubiertos en aparentes bromas, causan severos daños psicológicos, pues, generalmente, son utilizados para hacer de estas personas objetos de burlas.
La información viaja a velocidades insospechadas por el ciberespacio y se esparce como los virus, por eso no es extraño escuchar que una fotografía o un video se hizo viral. Las redes sociales se sustentan en la teoría de los seis grados, según la cual, una persona en la Tierra puede estar conectada con cualquier otra a través de una cadena de conocidos que no tiene más de seis eslabones humanos; por lo tanto, un maltrato en la red se masifica en segundos. El cuadro 1 informa sobre los resultados de una encuesta aplicada a una muestra de 1,426 alumnos de 27 escuelas preparatorias de Nuevo León, como parte de una investigación para conocer la incidencia del acoso en línea entre el alumnado.
La discriminación es uno de los principales maltratos que sufren los alumnos al ser ignorados por las personas con las que necesitan o quieren relacionarse. La indiferencia vista como violencia afecta a uno de cada dos alumnos, pues, como se puede observar en el cuadro, 56.2% de la muestra afirma haber sido objeto de ese maltrato. Lo mismo ocurre con quienes han detectado que sus contactos intencionalmente los han “dejado en visto”, es decir: reciben y leen el mensaje que les fue enviado, pero no dan respuesta con el afán de molestarlos.