La sociedad se organiza de maneras diversas, por eso observamos una gran cantidad de Asociaciones Civiles, Organizaciones No Gubernamentales, movimientos sociales y colectivos sociales que buscan generar acciones con la intención de mejorar la situación de sus colonias, de su país y de su mundo. Estas organizaciones se han apoyado en las redes sociales para difundir sus actividades y hacerse visibles, así como para organizarse y conectarse con otros; sin embargo, aún quienes encuentran la manera de organizarse, en un mundo que tiende al individualismo, nos topamos con la difícil tarea de generar espacios para dialogar y encontrar soluciones comunes. Es decir, las burbujas de las que hablábamos están presentes tanto fuera como dentro de la virtualidad.
Como sociedad, tenemos elementos que nos prescriben, rasgos culturales determinantes de la forma en la que nos relacionamos, asociamos, dialogamos, de la manera en que nos organizamos, nos articulamos con otros y compartimos objetivos colectivos. Pensemos en el reto que representa encontrar puntos en común. ¿Cómo podría lograrse esto?
Un colectivo en la ciudad de Puebla llamado Comunitlán se planteó la tarea de articular colectivos diversos con el fin de deshacer el aislamiento que, en ocasiones, se genera, como sucede en la vida social en general. Se llamó a sí mismo “Colectivo de colectivos” y, a través de reuniones (a las que llamaron “mitotes”) y encuentros —como el Encuentro Nacional de Colectivos Sociales (Ecos)—, ha convocado a reuniones en espacios públicos (universidades, cafés, bares, plazas o zócalos) con la idea de motivar la articulación. Desde el espacio virtual,
facebook ha resultado una herramienta clave porque ha permitido:
1) que se forme una red de colectivos;
2) que se organicen los convocados para los mitotes —o los Ecos—;
3) se difunda las actividades de los colectivos; y,
4) que se genere un sentido de comunidad. Otra herramienta importante es
whatsapp, que permite una comunicación eficaz a la hora de organizarse y convocar a alguna actividad.
En general, la articulación entre colectivos, ya sea fuera o dentro de la virtualidad, se da —en mayor o menor medida— dependiendo de tres grandes factores:
- La dimensión contextual: todo aquello que está ocurriendo en el entorno en ese momento; una situación externa que demande atención. Piénsese, por ejemplo, en el caso del sismo del 19 de septiembre pasado, en el que diversos colectivos se unieron para ayudar a los damnificados.
- La dimensión operativa: formada por aquellas acciones y actividades que promueven la articulación, así como la forma como se realizan. Un ejemplo podría ser la manera de organizar un evento, si las actividades realizadas fueron claras, o se trató de una planeación flexible o rígida; incluso, si la toma de decisiones fue horizontal o vertical.
- La dimensión subjetiva comprende lo que pensamos, somos, deseamos y necesitamos como individuos; los intereses personales y las exigencias de la vida cotidiana de cada uno de los miembros, así como el tiempo que puedan dedicar a una actividad o las actitudes que manifiesten.
El estudio se realizó a partir de la descripción de los elementos que prescriben a los colectivos, así como el momento en el que éstos interactúan, y se encontró que Comunitlán logró motivar la articulación de los colectivos en ciertos momentos, lo que permitió determinar la indispensabilidad de que en la sociedad existan instancias incentivadoras de la articulación social, capaces de motivar a romper las burbujas y promuevan la convivencia entre diversidades. Si bien este análisis se realizó con colectivos, habría que estudiar más a fondo cómo estos factores influyen también en la articulación social de otras dinámicas cotidianas: en el trabajo, en la familia y con los grupos de amigos, ya sea dentro o fuera de la virtualidad.