Cuando Fanny era aún estudiante, acudió al Hospital de Lomas Verdes para recibir atención a una fractura en la pierna, la cual había sufrido semanas antes al abordar el transporte público.
“Tengo osteogénesis imperfecta, enfermedad congénita que se caracteriza por la fragilidad de los huesos, los cuales con facilidad se rompen. Un año antes de concluir la carrera me fracturé la tibia izquierda; iba a la escuela, pero al subir al microbús con mi papá, se atoró mi pie y al jalarlo me fracturé”, recuerda.
En una de las visitas al médico para evaluar la evolución de su lesión, tuvo la oportunidad de charlar con el Doctor Mario Alberto Ciénega Ramos, en aquel entonces Jefe de Enseñanza del Hospital de Traumatología y Ortopedia de Lomas Verdes del IMSS, quien tras enterarse de la formación académica de su paciente le solicitó apoyo.
“Platicamos de la carrera que estaba estudiando (ingeniera biónica), y le comenté que buscaba un proyecto de tesis, entonces el doctor me propuso desarrollar un dispositivo para tratar el pie equinovaro, puesto que el método que hasta la fecha se utiliza para resolver el problema tiene más de 20 años y es incómodo para los pacientes”.
El pie equinovaro es una malformación congénita en los recién nacidos, la cual se caracteriza porque el pie aparece en punta y con la planta girada hacia adentro. El tratamiento convencional que generalmente se aplica consiste en enyesar la o las extremidades afectadas y separar las piernas con una varilla para lograr su posición normal.
UN DOBLE RETO
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