En 1970 se inició el auge de la maricultura a través del desarrollo de sistemas intensivos con jaulas en las que se cultivaba crías de salmón. Actualmente estos cultivos son realizados con otros tipos de peces como dorada, atún y pargo, entre otras especies de importancia comercial1 (gráfica 1). Esto ha incrementado la producción pesquera nacional basada en el cultivo y la engorda de especies expuestas a condiciones marinas inalteradas, la cual se divide en dos tipos de práctica: la costera y la oceánica, las cuales generan beneficios como crecimiento empresarial, divisas y empleos. La primera se practica en profundidades menores de 30 metros y/o en lagunas costeras, mientras que la segunda se practica con jaulas ubicadas en aguas oceánicas inalteradas; es decir, fuera de la influencia de procesos litorales y continentales.I
En la maricultura oceánica, las especies cultivadas son las de gran tamaño, pues crecen rápidamente, por lo que tienen importancia comercial en los ámbitos nacional e internacional (como el atún), ya que permiten la rentabilidad del cultivo; mientras que, en la maricultura costera, las especies son diversas: peces, crustáceos, moluscos y algas, entre otras.