Tratamiento de la obesidad: pasado, presente e investigación actual en México


Tratamiento de la obesidad: pasado, presente e investigación actual en México
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A pesar de que los avances en el conocimiento de la obesidad han permitido identificar nuevos blancos terapéuticos para el desarrollo de medicamentos más efectivos y seguros, los medicamentos contra este trastorno siguen siendo insuficientes. El éxito del tratamiento para la obesidad requiere adaptar la terapia a cada paciente en particular, de acuerdo con las enfermedades asociadas –diabetes mellitus, hipertensión, dislipidemias, complicaciones cardiovasculares, etc.–. Puesto que la obesidad es una enfermedad multifacética y crónica, el mantenimiento de la pérdida de peso requiere un tratamiento integral, que se debe seguir por un tiempo prolongado y bajo supervisión médica continua para evitar recaídas.

El uso de medicamentos para el tratamiento de la obesidad se remonta hasta los años cincuenta, cuando se aprobó su uso. Hoy en día, desafortunadamente, los fármacos que existen en el mercado son los mismos que se han utilizado por varias décadas; sin embargo, debido a que varios de ellos comparten una analogía estructural con la anfetamina, esto los hace no aptos para todos los pacientes debido, entre otras cosas, a los efectos tóxicos que producen; además, a eso debemos agregar que son medicamentos controlados y que su costo es elevado. En México se encuentran disponibles cinco medicamentos –Fentermina, Sibutramina, Orlistat, Liraglutida, Naltrexona/bupropión–, que actúan disminuyendo el apetito, el vaciamiento gástrico, la absorción de nutrientes o aumentando la saciedad.

 

El tratamiento para la obesidad ha evolucionado con el tiempo. Hoy sabemos que es una enfermedad compleja que produce una diversidad de respuestas biológicas y el resultado del tratamiento variará en cada paciente dependiendo de las enfermedades asociadas que padezca. Existe la falsa creencia de que los medicamentos contra este padecimiento se pueden usar sólo durante un breve período de tiempo hasta alcanzar el peso deseado y que luego, los cambios alimenticios por sí solos mantendrán el peso alcanzado. Sin embargo, todos los estudios clínicos han demostrado que, al suspender el medicamento, el peso aumenta gradualmente hasta alcanzar el nivel observado previo al inicio del tratamiento.1 La pérdida de peso que consiguen los pacientes con los diferentes tratamientos para la obesidad es alrededor del 5%. Aunque paneles de expertos internacionales consideran que un 5% de pérdida de peso es clínicamente significativo, algunos estudios clínicos indican que no hay un claro beneficio para la salud.2 Las principales fallas al tratamiento de la obesidad se deben, en parte al paciente, porque cuando se da cuenta que éste tendrá que ser a largo plazo, su entusiasmo disminuye y, por tanto, lo abandona. Otra de las causas es que la reducción de peso no proporciona el tipo de beneficio cosmético que muchos pacientes buscan. Desafortunadamente la mayoría de los medicamentos actuales, además de no ser tan efectivos como se esperaría, producen severos efectos secundarios (entre ellos depresión y conductas suicidas), razón por la cual no son efectivos para cualquier tipo de paciente, incluida la población infantil.

 

Dada la pandemia global de la obesidad, el mercado potencial para el tratamiento de esta enfermedad es muy grande, de ahí que el interés en desarrollar nuevos fármacos efectivos y seguros está creciendo, por ello es un tema que atrae a grupos de investigación y compañías farmacéuticas. En ese sentido, la Red Nacional para el Tratamiento y Prevención de la Obesidad (REDTPO) ha tratado de desarrollar estrategias efectivas para la prevención y tratamiento de la obesidad y sus enfermedades asociadas. En particular, el grupo de investigación de la Facultad de Farmacia de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) se ha enfocado, durante varios años, a buscar alternativas terapéuticas para la obesidad y enfermedades asociadas. Esas investigaciones han sido enfocadas a buscar medicamentos efectivos, pero sobre todo, no tóxicos.  

El tratamiento de la obesidad, hoy por hoy, no está enfocado a tratar, en particular, este trastorno, sino a las complicaciones que produce, ya que no es posible concebir a la obesidad sin la presencia de dislipidemias, intolerancia a la glucosa e hígado graso. Por el contrario, puesto que la obesidad forma parte del bien conocido Síndrome metabólico, el tratamiento debe ser integral. Por ello, se está tratando de encontrar fármacos capaces de modificar varios de los trastornos –aumento de la presión arterial, niveles elevados de glucosa en sangre, exceso de grasa corporal en la cintura y niveles anormales de colesterol y triglicéridos–, incluyendo el mencionado síndrome. Si esto se logra, ayudaría a reducir costos, pues en la actualidad el paciente debe tomar un medicamento para cada una de las alteraciones que padece.

Esta tarea no es fácil, ya que, si queremos comprobar que un fármaco es efectivo, se debe contar con modelos animales adecuados que presenten la gama de alteraciones bioquímicas y funcionales; es decir, que mimeticen la enfermedad que sufre el humano. Sin embargo, el principal problema al que nos enfrentamos es que en México no se cuenta con este tipo de animal –debido a que requieren cuidados especiales y modificaciones genéticas adecuadas para el desarrollo de la enfermedad–, por lo que se tienen que importar. De ahí que, para hacer este tipo de investigación, se buscan vinculaciones con otros grupos de investigación, o bien, con la industria farmacéutica.

En ese sentido, el grupo de trabajo de la Facultad de Farmacia de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) ha desarrollado varios proyectos de investigación relacionados con la búsqueda de medicamentos para tratar el síndrome metabólico -obesidad, dislipidemias, hígado graso, y diabetes–, en colaboración con integrantes de la Red para el Tratamiento y Prevención de la Obesidad (REDTPO) y la empresa NUCITEC, S.A. de C.V.; principalmente, sobre la eficacia y seguridad de una serie de análogos de L-carnitina, a través de diferentes proyectos del Programa de Estímulos a la Innovación del Conacyt.

La L-carnitina es un cofactor que se requiere en el transporte de ácidos grasos libres en la mitocondria; también se ha mostrado que modifica varias de las alteraciones presentes en la obesidad –en animales, observando un aumento de la capacidad de sus células para quemar energía; además, les ayuda a eliminar el exceso de glucosa en sangre, un síntoma propio de la diabetes y la prediabetes; incluso, mejora significativamente la salud cardíaca en pacientes que han sufrido un ataque al corazón–. Por lo anterior, varios grupos de investigación se han dado a la tarea de sintetizar una serie de análogos con la esperanza de que puedan modificar el metabolismo de triglicéridos y, con esto, evitar las dislipidemias, obesidad e hígado graso. Este grupo empezó hace 10 años con la evaluación farmacológica y toxicológica para buscar una molécula lo suficientemente efectiva, pero que tuviera baja toxicidad.

Los resultados iniciales arrojaron que, si bien los análogos de L-carnitina no mostraron datos de toxicidad, su potencia y efectividad fue diferente entre ellos.3 Considerando esos resultados se eligió el más efectivo para continuar su análisis en modelos animales de obesidad y diabetes; una de ella es la β-hidroxifosfocarnitina, molécula que se ha estudiado por más de seis años, y que ha mostrado ser no sólo muy efectiva, sino también tiene una alta seguridad. En pruebas realizadas en ratas obesas mostró que reduce los niveles de glucosa (25%) y triglicéridos (30%) en sangre; y, en forma importante en hígado disminuye los niveles de glucosa (30%), triglicéridos (50%) y colesterol (80%). Además, en la prueba de tolerancia a la glucosa se observó que moviliza en forma normal la glucosa de sangre a tejidos y reduce el contenido de grasa en hígado; sin embargo, al igual que muchos otros fármacos, sólo reduce en un 5% el peso corporal. No obstante, este último hallazgo no es motivo de desaliento pues, aunque sus efectos sobre el peso corporal no han sido tan importantes, sí interfiere directamente en el desarrollo de la obesidad (figura 1).4 

En relación con su seguridad, la evaluación toxicológica de la β-hidroxifosfocarnitina demostró que no produce alteraciones morfológicas en hígado, riñón, músculo, intestino, corazón, timo, bazo y cerebro; tampoco produce trastornos hematológicos, en el perfil bioquímico, pruebas de función hepática y renal. Por otro lado, en embriones y fetos no produce efectos tóxicos.5

En resumen, la obesidad es una enfermedad multifactorial y debe tratarse como tal, es decir, no sólo se trata de pensar en crear un tratamiento basado en fármacos para un control específico de cada enfermedad, sino en su capacidad de modificar varios de los trastornos asociados. La β-hidroxifosfocarnitina es un fármaco que tiene el potencial para ser usado en el manejo integral del síndrome metabólico y, al menos, en animales de experimentación, ha mostrado tener un excelente margen de seguridad.

Lourdes Rodríguez Fragoso

Es Médico Cirujano, maestra en Ciencias en Toxicología y doctora en Ciencias en Farmacología. Coordinadora del Cuerpo Académico Farmacia: diseño, producción y bio-evaluación. Sus líneas de investigación incluyen: búsqueda y diseño de nuevos fármacos; caracterización de los mecanismos celulares y moleculares en procesos fisiopatológicos; y evaluación preclínica y clínica de fármacos. Es miembro del Sistema Estatal y Nacional de Investigadores. Ha desarrollado varios proyectos en la búsqueda de fármacos para el tratamiento del síndrome metabólico en colaboración con la industria farmacéutica, a través del Programa de Estímulos a la Innovación. Correo e. mrodriguezf@uaem.mx

Jorge Reyes Esparza

Es Médico Cirujano, doctor en Fisiología. Sus líneas de investigación se enfocan en la búsqueda y diseño de nuevos fármacos; caracterización de los mecanismos celulares y moleculares en procesos fisiopatológicos; desarrollo de nuevas formas farmacéuticas; y evaluación preclínica y clínica de fármacos. Es miembro del Sistema Estatal y Nacional de Investigadores. Realiza colaboraciones con el sector salud y farmacéutico. Correo e. jareyes@uaem.mx

 

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