Ciencia en el mundo


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La música puede ayudar a una pronta recuperación después de una cirugía.
Científicos estadounidenses realizan el primer estudio que relaciona la musicoterapia con la medicina, específicamente, como parte del tratamiento para aliviar el dolor posquirúrgico.
     Según el doctor John Mondanaro, director del Departamento de Musicoterapia del Louis Armstrong Center for Music and Medicine, el dolor que se presenta después de una cirugía también puede generar ansiedad en los pacientes, lo que afecta su pronta recuperación, de ahí que se buscara métodos más efectivos para aliviar el dolor.
     Dicho estudio se realizó en 60 pacientes a quienes se les había realizado una cirugía de fusión espinal anterior, posterior o anterior-posterior, es decir, se había fusionado dos o más vertebras para impedir el movimiento entre ellas; 30 de estas personas recibieron sesiones de 30 minutos de musicoterapia durante las 72 horas posteriores a la cirugía, las cuales incluían música del gusto de cada paciente e, incluso, podría ofrecerse ser en vivo; el resto recibió las pautas habituales de recuperación.
     Se pudo observar que, en el primer grupo, el dolor disminuyó considerablemente y permitió la liberación de tensión articular; con esto se ha conseguido un avance en el alivio a partir de métodos no farmacológicos que pueden aplicarse sin riesgo para el paciente.
     Aunque el dolor es subjetivo y diferente para cada persona, la musicoterapia tiene la ventaja de que puede aplicarse de forma individual y adaptarse a las preferencias musicales de cada paciente para aliviar el dolor y lograr una pronta recuperación.

El sonido les ayuda a identificar las fuentes de agua.


Científicos de la Universidad de Australia Occidental descubrieron que las plantas son capaces de percibir las vibraciones sonoras del agua corriente que se mueve a través de las tuberías o en el suelo; esto —según la doctora Monica Gagliano— se debe a que el agua indispensable para su supervivencia promueve el movimiento de sus raíces hacia la fuente de agua.
     El estudio se realizó con plantas de la especie Pisum sativum (guisantes o chícharos), las cuales se colocaron en un recipiente con dos tubos en la base, después se expusieron a una serie de sonidos debajo de cada tubo; en uno se dejó correr agua, mientras que en el otro sólo se puso la grabación de ésta. Al observar su comportamiento, se comprobó que las plantas identifican la fuente de agua, ya que sus sistemas radiculares crecieron hacia la fuente de agua y no sólo donde estaba el sonido.
     Por otro lado, cuando la planta encuentra humedad en el suelo, no responde a sonido alguno; con esto se puede determinar que las plantas tienen sentidos mucho más complejos de los que se cree y son capaces de responder a diversos estímulos; por ejemplo, la invasión de las alcantarillas por las raíces de los árboles podría deberse a la percepción del entorno.
     Con esta investigación, se ha podido profundizar en el estudio del comportamiento de las plantas y la forma como actúan para sobrevivir; incluso, determinar qué tanto afecta la contaminación acústica en dicho comportamiento.

Será instalado en la Estación Espacial Internacional; permitirá medir el ozono atmosférico de la Tierra durante varias horas del día y la noche, para lo cual utilizará la luz que atraviesa la atmósfera, proveniente, tanto del Sol como de la Luna.

Fue descubierto en Filipinas por el Doctor Daniel Distel, de la Universidad de Northeastern y su equipo.
     Se trata de una especie “monstruo-sa” que vive en el barro, mide entre 91 y 152 centímetros de largo y lo envuelve una concha en forma de colmillo; los investigadores lo han llamado Kuphus polythalamia.

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